viernes, 30 de octubre de 2015

"DELIA. Crónica de un abrazo"

DELIA. Crónica de un abrazo
Un libro de Stella Matute editado por Grupo Editorial Sur/Lamás Médula


El 19 de octubre, a las 19 hs., se presentó en Argentores mi libro/abrazo, "DELIA. Crónica de un abrazo". 
Fue una noche visceral. Llena de amores esenciales. Podríamos llamarla "La noche de los Abrazos largos" o "La celebración del abrazo". 
Fue una noche perfecta. Con las cuotas de amor, de emoción, de nostalgia, de alegría, y de recuerdos en exacta dimensión 
El acto formal estuvo organizado por Fernando Musante y contó con la participación de Ture Salvatore (editor responsable), Olga Cosentino (responsable del Prólogo), la actriz Mónica Santibañez, el actor y cantante Francisco Pesqueira y el músico Lautaro Matute.
Miguel Polizzi, María Guadalupe Matute, Mónica Kerzsberg y Marcelo Bucossi aportaron sus voces y sus emociones para leer textos de Delia incluidos en el libro. 




Palabras de Olga Cosentino para la presentación de 
“Delia – Crónica de un abrazo”, el 19/10/15 
Hace apenas dos días, con la sobriedad que impone la veda electoral, una mayoría de argentinos evocamos esa jornada epifánica que fue el 17 de octubre del 45. Quiero recordar acá un párrafo del discurso que el entonces Coronel Perón pronunció frente a la multitud que exigía su presencia al grito de “queremos a Perón”, al cabo de varios días agónicos con el líder preso en Martín García. De aquella arenga improvisada –digo- quiero evocar el pasaje en que aconsejaba al pueblo: “Únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria”. 
Dicho esto, permítanme que evoque a los hermanos acaso más míticos y remotos, a Caín y Abel. Y como cito en el prólogo del libro que aquí se presenta, la referencia es un párrafo de Jorge Luis Borges en El Elogio de la Sombra donde dice: “Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel... Se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas Caín advirtió en la frente de Abel, la marca de la piedra. Dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen. Abel contestó: “¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.” 
La fuerza del vínculo fraterno, su capacidad de fortalecer a sus integrantes cuando se unen ante la adversidad, su supervivencia, a veces más allá de la misma muerte, ha sido desde siempre motivo de análisis y reflexión para las ciencias humanas y ha dejado su huella en la leyenda, en la historia, en la política, en las artes. 
El libro que hoy presenta Stella Matute no sólo suma una nueva marca al campo complejo e inabarcable de ese lazo (tanto el sanguíneo como el afectivo) sino que, por alguna razón, no elegida pero no por eso menos simbólica, aparece ante todos nosotros en continuidad casi inmediata con un 17 de octubre en el que se ha celebrado precisamente aquel acontecimiento cuando, por primera vez, Perón saludó desde el balcón de la Casa de Gobierno abriendo sus brazos en un gesto que devendría emblemático, como queriendo abrazar, cobijar, a una multitud plebeya y leal. 
Y no casualmente, al menos para mí, este libro llamado “Delia” lleva como subtítulo “Crónica de un abrazo”. Y no acaban ahí las correspondencias, porque lo que nuestra querida Stella nos entrega con su Delia – Crónica de un abrazo es, sí, el homenaje de su amor a la hermana que el destino le arrebató tempranamente, pero no es sólo un llanto o elegía fúnebre, ese género poético que desde el Renacimiento tuvo exponentes de la estatura de Sor Juana, de Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre, de García Lorca en su Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, o de nuestro Juan Gelman a la muerte de Emilio Jáuregui, el primer periodista desaparecido-asesinado durante el onganiato. No, el libro de Stella Matute es, en términos literarios, un acto poético de libertad y de resistencia ante toda adversidad, incluida la muerte. 
Stella no nos entrega sólo una elegía fúnebre sino que la entreteje con una épica, la de su vida junto a su hermana Delia, y con un drama: el de sus propias vidas y el del país, incluyendo episodios felices y etapas tenebrosas, golpes militares, dictaduras, crímenes de lesa humanidad, exilios, regreso a la democracia y, desde hace doce años, un nuevo amanecer para los derechos a una identidad nacional fundada en la verdad, la memoria, la justicia y la igualdad. Estamos ante una obra que articula elegía poética, épica y drama; un libro que ustedes van a leer con la fascinación que lo biográfico sólo puede despertar cuando, como en este caso, exhibe el encanto de una prosa exquisita, en la que al lector le es permitido asomarse a la riqueza interior de dos mujeres excepcionales. Tan excepcionales que, aunque una de ellas esté muerta, las dos están vigorosamente presentes en las páginas de Delia – Crónica de un abrazo. Tan excepcionales que las dos, como aquí puede leerse, coinciden no sólo en el sufrimiento que provoca la pérdida de lo amado sino en entender que la muerte, a pesar del misterio que encierra, no es tan poderosa como se pretende. Y no lo es porque depende necesariamente de la vida. Sólo lo vivo puede morir confirmando, de ese modo, su existencia. Delia y Stella son, en este libro, dos mujeres luminosas y valientes que le han perdido el respeto a la Muerte y no aceptan rendirse ante el dolor que provoca. Delia y Stella son dos mujeres que resisten. Como recuerda Stella que escribió Delia en el poema que le dedicó, en julio de 1988: “Que se jodan la Muerte, el Silencio y la Nada” Que se jodan, digo yo, tomándole prestada la frase a ambas, porque aquí está, a pesar de todo, “Delia – Crónica de un abrazo”.

Diapositivas en video de la noche de la Presentación: 









Para  toda la información de "DELIA. Crónica de un abrazo" en: www.deliacronicadeunabrazo.blogspot.com.ar

ALGUNAS OPINIONES: 

DICE HÉCTOR PUYO: "Leí tu libro, queridísima compañera. Qué dulzura, que elevación de sentimientos. Yo no tuve hermanos pero me pusiste delante de un vínculo delicioso. Tu corazón es enoooooorme. Beso grandote. H.

DICE IVONNE FOURNERY: "Mi muy querida Stella: Siete días me ha llevado leer tu indescriptible libro. ¡Es tan intenso y extenso! No podría, so sabría hacerte una devolución porque todavía sigue dando vueltas dentro de mí. Y seguirá hacéndolo. Estas pocas líneas sólo pretenden decirte que nunca, nunca, NUNCA tuve una experiencia como ésta. La mezcla de la belleza con el dolor era tal qeu por momentos me era imposible saber cuál era la figura y cuál el fondo. Comparto cada una de tus furias, y me ayudan a drenar las mías. No hay consuelo posible. Ni lo habrá. Sólo el privilegio de haberla tenido. Que tampoco alcanza porque ya no está. Lo único que me permite es asombrarme frente a esas sonrisas que no sé de dónde sacás las fuerzas para ponerte en la boca y no desairar a quienes intentan aplacar tu estado permanente de carne viva. Es un acto de amor a la altura de Delia. Y que sigas viviendo. Y trabajando. Y sintiendo. En cuanto a mí, no tengo modo de agradecértela, porque desde ahora ella no sólo está dentro de mí sino de todos los que hayamos transitado ese abrazo. Plenamente conciente de que tampoco eso sirve para nada. Mil gracias. Te quiero con toda el alma."

DICE LEONARDO ROMANI: "Stella Matute hoy "Crónica de un abrazo" me acompañó durante todo mi día. Primero lo leí de principio a fin, luego abriéndolo en cualquier página, al azar. Es un libro precioso, tanto Delia como vos escriben desde la trinchera, palabras como fusiles..."




DICE JUAN JOSÉ CARRERÓ: "Querida Stella, acabo de terminar de leer el libro y te aviso que no sólo me pareció colosal sino que pasará a ser uno de mis libros de culto, de esos que se releen siempre que se los necesita. Fue un placer hacerlo y seguramente lo será cada vez que lo haga. Un beso"









DICE MARGARITA CARBALLAL: "Hace muchos años leí como en "Memorias de Adriano" Marguerite Yourcenar hablaba de la cantidad de estatuas que el Emperador hizo para mitigar su duelo por alguien muy importante para él, y que fue muy criticado por algunos. Adriano (Yourcenar) explicaba que el problema es que todos hemos sufrido algún duelo y nos comparamos inmediatamente viendo a la reacción de otros (lloré lo suficiente? también la extraño tanto?). Pero "DELIA. Crónica de un abrazo" no es una fria estatua de mármol, es vida, es amor, es dolor...es el mejor homenaje, porque nos hace conocerlas, porque nos hace reir por momentos. Porque cuando terminé de leerlo me alegré mucho de conocer a Stella y me lamenté de no haber tenido la oportunidad con Delia. Disfruté enormemente de cada poesía, de cada anécdota, de cada recorte de diario. Felicitaciones a las dos!!! por haber logrado esa relación y por habernos regalado la oportunidad de leerlas."


DICE MARÍA TERESA DIFALCO: "Querida Stella Matute, hace ya unos cuantos días que ando buscando palabras, esas palabras que puedan reflejar fielmente lo que sentí al leer tu libro "Delia, Crónica de un abrazo", y se me esta haciendo difícil, que cosa no? yo que siempre ando con las palabras de aquí para allá pintando los paisajes de mi corazón,ahora no encuentro la exacta, la justa, la que te diga lo que sentí al leerte, seguro sabes que la emoción estaba de antes, que me vine con ese libro pegadito a mi cuerpo, ansiosa por leerlo, porque sabia que en el te iba a encontrar y que encontraría a Delia, y que la iba a querer tanto como te quiero a vos, y así fue, ahí están las dos, en ese ir y venir hermanadas, en ese intercambio de vida, por momentos me sentí espectadora de ese amor y en otros, participe de momentos que a su vez me llevaban también a mis vivencias, la emoción estuvo siempre, en cada pagina, en cada foto, pude reírme con las risas de ustedes, sentir la ternura de ustedes, estuve allí, en cada poema, en ese relato tuyo tan perfecto pero tan devastador a veces y tan sencillamente bello siempre, aun en el dolor, aun en la ausencia. Gracias por esa crónica Stella, gracias por "ese traje de Delia que cosiste con la desnudez de tu dolor" pero que de alguna manera, permite celebrar ese abrazo para siempre. con amor y admiración hacia vos inmensa Matute, yo sigo buscando la palabra."
DICE MAR STIEBEN: "Stella, tu libro me ha hecho reir, llorar, emocionar, angustiar, volar... gracias! Mil gracias por esa palabra que abraza desde el corazón!"

DICE MÓNICA SANTIBAÑEZ: "Acabo de leer tu libro, querida Stèl. Anduve por el recorrido hondo, amargo, interminable del dolor. Pero a la vez, en el mismo instante y con la misma intensidad, sintiendo el profundo, infinito, dulce y radical amor de las dos, y de cada una. Gracias y abrazo inmenso."





DICE EMILIA GOITY: "Matu, bellísimo el libro. Bah... Si es que la belleza puede abarcar tanto
dolor. Todos los sentimientos se hacen palpables a través de las palabras. Impresionante. Me lo devoré en dos minutos."

DICE ALEJANDRO MATEO: "Quería un tiempo que fuera "ese" y no uno entre un montón de otros tiempos, y lo encontré. Entonces me entregue al abrazo. A esa crónica de eterno amor que es "Delia". Gracias bonita, por compartir cada palabra tuya y cada palabra de Delia... bellas voces con el corazón en la mano. En "Delia" está, nace, inaugura un decir sobre la perdida y lo que no es igual a entonces, ni podrá serlo. "Delia" entonces es un canto de iniciación, un pasaje a mirar el gran amor ...mas allá ...sobre todas las cosas. Te quiero mucho. Te agradezco otra vez ´Delia´. "

lunes, 19 de octubre de 2015

Un árbol, un hijo, un libro


Al poco tiempo de irme a vivir sola puse en un vaso con agua una semilla de una palta que me había alimentado una solitaria noche de mi primera casa, un monoambiente que apenas podía pagar con mi magro sueldo de secretaria...
A los pocos días la semilla largó su raíz y luego fue un amoroso viaje biológico ver crecer ese brote verde e ir convirtiéndose en un arbolito perfecto en sus proporciones y verdes. Muchas veces tuve la sensación de que si me quedaba mirándolo fijamente durante algunas horas podía ver su crecimiento.
Del vasito pasó a un frasco, del frasco a un florero, de allí a una maceta y ya no se pudo más porque el monoambiente era muy monoambiente.
El amigo de un amigo tenía un enorme patio en las afueras de Capital y allí fuimos a trasplantar a mi compañero verde. Fue toda una emoción esa ceremonia que coronamos con gran asadito y brindis. Volví a regarlo varias veces durante algunos años y lo ví convertirse en gran árbol que daba frutos.

Algunos años más tarde la vida me premió con el premio más premio de todos los premios. La dimensión exacta y perfecta del amor vino a mi vida llamándose Lautaro, y me convertí en madre. ¿Hay palabras para definir ese júbilo? Debe haberlas pero esa es tarea de escritores. Solo puedo decir que ya nada fue igual, que todo tuvo, tiene y tendrá color, olor y sabor a maternidad. Mis logros son los suyos, sus logros son mi orgullo. Lo vi nacer, lo vi crecer, lo vi volar... Lo veo hoy, hombre, plantado en sus convicciones, brillante en sus talentos. Y es la vida para siempre.

Para compensar tanta vida mi libro nace de las entrañas del dolor, de la oscuridad del zarpazo de la muerte. Pero nace, y es vida también. Vida trasmutadora de dolor. Coraje para enfrentar lo inmortal.

Lo inmortal. Un árbol, un hijo, un libro. Ese árbol, ese hijo, ese libro dirán que estuve aquí.

Por eso este hueco que me atraviesa la panza. Por eso esta sensación de inmensidad que me atorbellina. Por eso este abrazo que me acuna. Los espero allí hoy.

Toda la información sobre el libro: www.deliacronicadeunabrazo.blogspot.com.ar