miércoles, 22 de julio de 2009

Mi adiós a Carlos Pais

Antes de conocerlo yo sabía que era un buen tipo. Esa era su fama. Y cuando me lo presentaron él me trató como si ya nos conociéramos de antes. Eso fue hace muchos años. Y desde hace poco más de dos laburé con él casi todos los días. Se podría decir que era mi jefe. Pero nunca me trató como tal.
Establecimos desde el principio una relación entrañable, de respeto mutuo, de mucho humor, de confesiones intensas.
“Ché, loca, ¿y el mate?”, solía decirme y yo ya sabía que tenía ganas de charlar. Así fui sabiendo de sus dos elecciones por Elisa, su compañera; de su bisnieto León, que cumplía años el mismo día que él; de cada uno de sus nietos; de sus adorados hijos Andrea y Marcelo… Y de su hermano… No hubo ni una semana que no me hablara de su hermano desaparecido…, de cuánto lo extrañaba todavía. Y de sus sobrinas… por quienes “daría la vida por darles un abrazo…”.
Me contaba de la vida de sus personajes, de la imaginería de sus obras, de sus ganas de ver en escena las últimas dos, de sus planes y proyectos. Escuchaba atentamente mis relatos, mis sugerencias, mis secretos.
Desplegaba con confianza su humor sutil, agudo, un poco cruel a veces, pero siempre cómico y divertido. “Ese humor tan especial”, solíamos decir.
Y mientras tanto organizábamos la gestión cultural de Argentores, que lo desvelaba. Casi premonitoriamente (a la luz de lo sucedido) decía: “Quiero que mi gestión en Cultura deje marca. Que se recuerde”. Pocas veces en mi vida laboral he visto un coordinador tan agradecido de sus colaboradores. Nos hacía sentir imprescindibles.
Un poco chinchudo, otro tanto caprichoso, sincero, leal, festivo, gracioso, jovial, socarrón, bullicioso, burlón, inquieto, travieso, amador del tango, fanático de Boca, apasionado del teatro, dramaturgo intenso, militante de la amistad, gran amigo de sus amigos, obsesionado por la justicia, casi justiciero…
se murió Carlos Pais.
Y la dramaturgia está de duelo. Y el teatro se tiñe de negro. Se murió un teatrista. Pero fundamentalmente se murió un buen tipo.
Y me gustaría despedirlo con las mejores palabras. Pero no me salen. Surge simplemente esta catarsis de emociones y recuerdos. Y me gustaría recordarlo con una sonrisa… pero las lágrimas la riegan. Ya se enjugarán y dejarán paso a ella, a la sonrisa digo. Que es, seguro, la forma en que él quería que lo recordáramos.
Chau, Pais. Te voy a extrañar.

martes, 7 de julio de 2009

De desaparecidos, padrones electorales y canalladas

El 2 de abril de 1983 yo viajaba en el subte con mi hermana. En una de las estaciones se anunció que se iba a hacer un minuto de silencio en homenaje a “los caídos en Malvinas”. Algunos de los pasajeros nos paramos, otros cerraron los ojos, otros miraron al piso. En eso entró al vagón una pareja y la mujer empezó a quejarse de que el tren no arrancaba. Mi hermana la tomó del brazo y bajito le dijo: “estamos haciendo un minuto de silencio por Malvinas” . La mujer se dio vuelta hacia su acompañante y dijo a los gritos: “Ahhh. Parece que es un homenaje por Malviiiiinas; claaaaaaro hoy es 2 de abril””. Mi hermana, ya sin paciencia, volvió a tocarla y le dijo un severo: “¡Cállese!””. La señora se tragó sus palabras lo que produjo un enorme acaloramiento en su rostro. Terminó el minuto, se cerraron las puertas y el tren siguió su marcha. La señora entonces se dirigió a María Delia con ganas de estrangularla al grito de: “Usted no tiene derecho a tratarme así, quién se cree que es””. Delia, sin perder su serenidad, le dijo: “Discúlpeme, es que un minuto pasa rápido y usted seguía hablando”. La señora no entendía razones y seguía gritándole sobre la falta de respeto y los derechos… Mi hermana, entonces, le tiró un: “Dígame, señora, ¿usted tiene algún ser querido muerto en Malvinas?”” La mujer se quedó pálida y le contestó: “No. Gracias a Dios, no””. Y mi hermana (hermana mía) le espetó: “Bueno… Yo tengo 500 hermanos. Será por eso””.

En estos días, en estos tiempos, donde la miseria humana no tarda casi nada en aparecer, ha estado circulando un mail, con gran tinte canalla, que habla de nuestros 30.000 poniendo en duda su detención y su calvario. “Los supuestos desaparecidos por supuestos genocidas”, reza la canallada. Y “las pruebas” que expone para la duda es que nuestros compañeros aún figuran en los padrones electorales. Parece que el “Ni olvido ni perdón” no alcanza sólo para los asesinos de la dictadura militar, va a ver que extenderlo a estos miserables que no se cansan de mancillar la memoria de nuestros 30.000 compañeros asesinados. Como homenaje y como entrañable e íntimo desagravio a ellos y a sus familiares (por ese mail que suena a cachetazo irrespetuoso) transcribo abajo palabras de nuestro Premio Nobel de la Paz, Adolfo Perez Esquivel (incansable luchador por los Derechos Humanos), que hablan de lo que significa que los compañeros figuren en los padrones y de un reclamo simbólico que las distintas organizaciones defensoras de esos Derechos hacen a las autoridades estatales. De paso, adhiero a ese reclamo. Y, tomando como propias las palabras de mi hermana, les digo a los imbéciles que adhieren y difunden ese mail,: “¿Vos tenés algún ser querido desaparecido? Porque yo tengo 30.000 hermanos. Será por eso.”


Padrón: reclamo por desaparecidos

Adolfo Pérez Esquivel declaró que "es un reclamo simbólico de memoria y justicia". Piden que se los nombre "ausentes".

26.06.2009 - A dos días de las elecciones legislativas y en plena veda electoral, Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y el Servicio de Paz y Justicia, entre otras organizaciones defensoras de los derechos humanos reclamaron este viernes que aún hay personas desaparecidas durante la última dictadura militar que siguen figurando en el padrón electoral y "tendrán una mesa para votar o serán nombrados autoridades de ellas"."En consecuencia, su ausencia forzada por un delito cometido por el estado terrorista, se computará por el Estado democrático como infracción a la ley electoral por parte de quienes padecieron ese delito", denunciaron las entidades."Una de las funciones del Estado es preservar la verdad. Por ello las planillas electorales deben reflejar la irrefutable verdad deplorada por el Estado argentino y sus habitantes de la desaparición de miles de personas, criminalmente arrancadas con vida y por la fuerza de sus hogares, lugares de trabajo, de estudio o de la vía pública y, cuyo destino no fue aún revelado", añadieron en un comunicado.Los organismos reclamaron que cada desaparecido sean consignado en el padrón electoral como "ausente por desaparición forzada", para reivindicar "la memoria y la verdad" de lo ocurrido durante la dictadura. El documento también advierte que "borrarlas del padrón o computarlas como 'ausentes' en los actos eleccionarios ignora la historia que exige recordar nuestra sociedad".Adolfo Pérez Esquivel, presidente del Servicio de Paz y Justicia le confirmó a Críticadigital que "la presencia de los desaparecidos en los padrones es, en realidad, un hecho simbólico porque todos sabemos lo pasó con esas personas. Lo que pedimos es que figuren como desaparecidos por desaparición forzada e involuntaria", sostuvo y recordó que "esta lucha la llevamos adelante desde 1980 cuando viajé a París con Julio Cortazar para solicitar la Constitución de la ONU sobre desaparición de personas forzadas". "Venimos haciendo este reclamo durante 30 años pero nunca se modificó nada. Hasta el momento las cosas están así. ¿Que le vamos a hacer?. Es un hecho simbólico de reclamo de memoria y justicia", concluyó el Premio Nobel de la Paz en 1980.Por otra parte, el abogado de la Liga Argentina de Derechos Humanos (LADH) y del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), Rodolfo Yanzon, aseguró en charla con Críticadigital que "en elecciones anteriores se han hecho muchas presentaciones a la Justicia Electoral por un montón de personas desaparecidas que figuran en los padrones como si nada hubiese pasada. La realidad es que, al menos, tendrían que estar como desaparecidos", indicó.