sábado, 26 de noviembre de 2011

Mi compromiso


Mi compromiso con el

Encuentro Nacional de Actores – Lista Blanca

Pertenecí a la Lista Celeste. Asistí a su gestación. Ilusionada asumí a mi primer mandato en la conducción de la AAA como vocal de la Secretaría de Cultura integrando la Lista Celeste. Una de las cosas que más me sedujo cuando comenzó el trabajo era la auspiciosa creación de una “Agrupación Celeste”, grande, horizontal y militante.

Ese primer mandato transcurrió en el avatar de mucho aprendizaje para mí, y en la reconstrucción de un sindicato desarticulado en muchos sentidos para todos.

Trabajamos mucho y, al llegar a la finalización del mandato, ganamos las siguientes elecciones. Fue una campaña dura aquella. Las embestidas de la otra lista, encabezada por los que en aquellos años dirigían la OSA, fueron muy agresivas, injuriosas, ofensivas. Y entre insulto e insulto amenazaban a los afiliados con que se quedarían sin obra social si no los votaban a ellos. Los que en aquel entonces éramos la Lista Celeste sufrimos mucho esa situación. Asistíamos impávidos a las amenazas con que desde aquel Directorio de la OSA se ejercían sobre los compañeros… Y también nos avasallaban con insultos personales, con amenazas, con ofrecimientos desleales hacia algunos de nuestros colaboradores. Ganamos las elecciones y la Lista Celeste, a la que yo pertenecía, siguió conduciendo por dos años más. Mi lugar seguía estando en la Secretaría de Cultura. Más o menos a la mitad del mandato comenzaron a producirse algunas diferencias entre algunos compañeros de la Conducción y yo. Esas diferencias se fueron intensificando y en algún momento se extremaron. Las más profundas e insalvables eran: incluir en el nuevo estatuto la posibilidad de que los dirigentes fueran reelegidos indefinidamente; la desprotección que esa Conducción “brindaba” a los teatristas independientes y la absoluta indiferencia a la posibilidad de volver sobre el armado de una Agrupación grande, horizontal y militante. Yo comenzaba a sentir que las puertas del Sindicato se iban cerrando cada vez más. En aquella Asamblea en la que se votó el cambio de Estatuto, yo voté en contra de la Conducción a la que pertenecía sobre el tema de la reelección indefinida y, efectivamente, me bajé de toda lista para un siguiente periodo (llegaron a llamarme traidora por eso). Yo creo, estoy convencida, de que cuatro (a lo sumo seis) años son suficientes para desarrollar un proyecto y dejar lugar para que otros lo mejoren. El recambio, el verdadero recambio, en la conducción de un gremio es un derecho que los trabajadores se merecen. Por eso es importante trabajar en el armado de base desde la militancia, para que de allí surjan durante esos años de conducción (seis como máximo, insisto) los nuevos dirigentes.

Me “fui a casa”. Confieso que no es fácil dejar “una silla de conducción”. Hay un tiempo de reacomode, de extrañamiento. Hay que barajar y dar de nuevo.

En aquellas siguientes elecciones de diciembre de 2008 hubo tres listas para elegir y volvió a ganar La Celeste, que había renovado algunos candidatos pero no se había renovado. Confieso que disfruté un poco de ese triunfo. Era lindo pensar que habían votado la gestión hecha en los cuatro años anteriores y en la que yo había participado. Pero tenía dos preocupaciones importantes: la posibilidad futura de reelección indefinida y la nula preocupación por generar militancia de base dentro del Sindicato. Es más, la mayoría de los actores jóvenes con los que me relacionaba, o no sabían que el Sindicato existía o no querían ni escuchar hablar de él.

Algunas políticas y posturas de la Conducción que el martes finaliza su mandato terminaron por alejarme definitivamente de “La Celeste”, esa lista que prácticamente vi nacer y me contuvo gremialmente.

Y aquí estoy… apostando nuevamente a que podemos tener un Sindicato inclusivo, de puertas abiertas, que acerque a actores y actrices a la única herramienta que tenemos para defender nuestro trabajo. Un Sindicato que incluya, que escuche, que invite, que consulte, que comparta.

El martes 29 hay elecciones en la Asociación Argentina de Actores. En mi Sindicato. Al que pertenezco orgullosamente desde 1986, año en que recibí emocionada mi carnet firmado por Onofre Lovero y Víctor Bruno.

Allí nos enfrentaremos en las urnas la Lista Celeste (que, con cambios pero no renovación, hace siete años que conduce el gremio); y la Lista Blanca, surgida del Encuentro Nacional de Actores, con el maestro Raúl Serrano a la cabeza. Hay de todo en nuestra Lista: actores que hacemos nuestros primeros pasos en esto de la militancia gremial y experimentados militantes de larga trayectoria. Pero fundamentalmente hay renovación de ideas. Y una amplia y rica Plataforma Electoral que cuenta con un grupo de apasionados para llevarla adelante y ponerla en práctica. Porque también hay mucha pasión. Pasión puesta en defender y llevar adelante un proyecto nacional y popular.

“Ya está echada al aire la moneda”… El martes por la noche habrá una propuesta ganadora. Que no necesariamente será la mejor. Eso (si es la mejor) lo sabremos dentro de tres años cuando vuelvan a abrirse las urnas para un nuevo acto eleccionario.

Por lo pronto, si ganamos los candidatos de la Lista Blanca, yo me comprometo: a pelear por los derechos de todos, absolutamente todos, los actores y actrices; a exigir por lo menos tres Asambleas Extraordinarias por año para debatir con los compañeros y compañeras aquellos temas que nos interesan a todos; a que no se tome ninguna decisión trascendente sin que sea consultada con el gremio todo (aunque no sea necesario estatutariamente); a compartir con todos y todas las alegrías y avatares del trabajo diario; a no permitir que se silencie el diálogo y la discusión proponiendo (ni dejando proponer) mociones de orden para cerrar listas de oradores; a trabajar duramente para hacer crecer el Encuentro Nacional de Actores, como Agrupación grande, horizontal y militante, de donde surjan en el futuro los nuevos dirigentes; a no permanecer en el cargo más de dos mandatos y, fundamentalmente, a luchar por recuperar a aquel Sindicato Grande, del que estuve orgullosa de pertenecer, al que me gustaba ir sólo por el gusto de encontrarme con amigos y amigas y charlar y proyectar y participar. En fin… a recuperar la mística…

Gracias a todos y todas los que nos acompañan en esta aventura.

Stella Matute
Socia AAA Nº 11.576
DNI 13.880.036
Candidata a Pro Secretaria de Cultura
Encuentro Nacional de Actores – Lista Blanca

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Lo político y lo personal

Admiro la posibilidad que tienen algunos militantes de otorgarse “el derecho a tirar primeras piedras”... Me pregunto cómo pueden... cuál es el pensamiento que les otorga ese derecho. Nunca deja de sorprenderme esa seguridad implacable. Todos culpan "al otro". Todos. Diría que casi sin excepción...

En mi corta y, si se quiere, desprolija historia militante nunca escuché a nadie pedir disculpas, decir "me equivoqué", dudar de su pensamiento, considerar seriamente repensar algo, intentar un análisis serio de la ideología del contrincante... Sin embargo, sí he escuchado, y mucho (en demasía), insultos, agravios, peleas, injurias, acusaciones... “Las luchas políticas son demoledoras, fuertes, con frecuencia (casi siempre) los adversarios son implacables”. Muchas veces me he sentido expulsada de la militancia por esas cosas.

Y es patético también observar que todos esos agravios y peleas desaparecen con la muerte... He presenciado, desde muy joven, insultos dirigidos a cuadros políticos que después de muertos son venerados por aquellos que otrora insultaron y hoy se desgarran vestiduras defendiendo el buen nombre del “compañero” muerto... Me resulta inevitable preguntarme por qué no podemos, entonces, revisar en vida el camino del otro, su ideología, sus razones; tolerar sus errores aunque produzcan enojo; no perder de vista qué nos pasaría con esa persona si mañana muriera...

Como dije antes tengo poca y desprolija historia militante y gremial... toda la desprolijidad del que va aprendiendo desde una personalidad apasionada (la mía)... pero en esa desprolijidad trato siempre (como dice la buena de mi hermana) de apelar a las enseñanzas recibidas leyendo a Paulo Freire... Tener en cuenta que difícilmente yo discuta y pelee de política con verdaderos enemigos... esos (los verdaderos) se mantienen lejos y cuando se acercan no discuten... sencillamente tratan de borrarnos... Entonces intento aferrarme, como puedo, a la "paciencia revolucionaria" (como si eso me estuviera otorgado... je) y me alejo un poco, y pienso, y trato de entender, y lloro, y me enojo, y me tranquilizo, y vuelvo a llorar, y vuelvo a tranquilizarme y vuelvo a confiar... y me doy cuenta de que todos somos muy parecidos. Todos queremos tener razón, todos queremos que el otro haga lo que nosotros consideramos, todos sentimos que el que no piensa “como yo” está equivocado... y, en general, todos los militantes consideran "lo político" por encima de "lo personal". Ahí es donde yo hago agua... para mí nada es más importante que lo personal... porque considero que es lo personal lo que puede construir lo político. Para mí no es de otra manera. Y también dudo... y me siento una tarada... y sufro algunas soledades insoportables... Pero no puedo ser de otra manera...

Por suerte cada tanto aparece un líder distinto. Un líder capaz de “no dejar las convicciones en la puerta de la casa”. Y nos sorprende. Y nos sacude. Y no hablo sólo de Néstor. Hablo de muchos otros que pusieron lo personal por encima de lo político. Y se destacaron por eso: por construir “lo político” no sólo sin dejar de considerar “lo personal” sino desde allí mismo... Y se murieron tempranamente... (siempre se mueren antes los buenos...) dejándonos un poco huérfanos, otro poco deslumbrados y con bastante más responsabilidades...

Es un buen ejercicio pensar en la frase de nuestra lápida. Una “vieja conocida” ha pedido que allí le escriban: “vivió y murió indignada” (en relación a la indignación que le despierta la mentira). Y está muy buena su frase. Yo casi diría que podría copiarla y que, como dice ella, al leer eso sepan más de mí que los que creen conocerme... Pero tal vez opte por algo que tenga que ver con los sueños, con la utopía o con la lucha contra la injusticia. O, mejor, con esto de considerar que todas las luchas son personales... y que si en esa lucha personal todos fuéramos buenos y decentes (y pacientes y tolerantes y leales y comprensivos y menos ambiciosos), podríamos conseguir ese mundo mejor del que tanto hablamos. Hace poco leí esta frase: "El socialismo hay que practicarlo con el corazón, no hablando. Si no, es una farsa." Lo decía un hombre de 92 años en una nota de Página 12, hablando de España, del franquismo que asesinó a su padre(*)... Yo agrego que en esta vida todo hay que practicarlo con el corazón... sino, es una farsa...

Como dijo el Gran Lennon: "Dirán que soy un soñador. Pero no soy el único". Y yo ruego porque haya muchos soñadores.

Stella
16-11-2011

(*) http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-181122-2011-11-13.html  

jueves, 10 de noviembre de 2011

He de morir. Un día.

"Morir es haber nacido." Jorge Luis Borges


He de morir un día... he de morir.
No importa cuándo y si importara, no tendría sentido. Imposible es saberlo. He de morir un día... eso seguro. Eso está en mí, vino conmigo.
Un día cualquiera, que será luego aniversario, a cualquier hora, todo será pasado. Moriré. Así de simple. Así de extraordinario. Y seré nada. O no. Seré recuerdo.
Y la casa que habito quedará ahí, intacta. Con la pared pintada o descascarada, ya no tendrá importancia. Y el cajón de mis tesoros ya no será tesoro para nadie... Y esas fotos mostrarán sólo momentos detenidos. Y no estaré.
Ese perfume que administro de a gotitas quedará por la mitad y el vestido preferido se irá ajando en el perchero.
Y ya no me preocuparé por nada. Yo misma seré nada. O no. Seré recuerdo. ¿Seré recuerdo? Ojalá. Porque ahí está el futuro después de ya no ser, supongo, anhelo.
¿Quién sonreirá al recordarme? Algunos llorarán y otros (espero sean los menos) serán indiferentes. O peor aún, se alegrarán. Pero no importará... Ni estaré ahí para saberlo.
Y aquel abrazo trunco ya no tendrá abrigo. Y esa charla pendiente, ya no tendrá sentido.
¿Me harán un homenaje mis amigos? ¿En qué consistirá? Ojalá sea en reír de mis anécdotas, añorar mis “malhumores”, cocinar mi comida preferida, levantar la copa burbujeante y decir “por ella... por su vida”.
Aquel que habló tan mal de mí sabrá que no era para tanto... Y aquella distancia inútil desandará caminos para siempre. Y no estaré. Y ya no habrá. Ni será. Pero habrá sido.
Mi compañero escribirá un soneto... eso deseo. Y persignándose me dejará una rosa un diecinueve...
¿Y mi hijo? Mi niño... mi chiquito... En él es donde duele esa ausencia sin respiro. Pero en él sigue la sangre su camino. Ojalá ya haya nietos que pregunten: ¿adónde fue la abuela? Y levanten sus manitos a la estrella que imaginen. Y si no... si todavía no han nacido, ojalá nazcan y se enteren que estuve aquí y los quise sin tiempo sin presencia sin alivio. Imaginando sus sonrisas luminosas y enredando un besito en un tejido.

He de morir un día... eso es seguro. Como segura es esta vida que camino.

Stella
10-11-2011



Respuesta de mi hermana por fcbk:
María Delia Matute 
Hermana: Necesité un espacio -de tiempo, de relectura, de reflexión, de búsqueda de un tono- antes de comentar tu escrito
Recordé nuestra conversación telefónica y escarbé confundida las posibles razones por las que no advertí tu autoría en un título de tanto peso. ¿Huida intuitiva?... para no enfrentar la multiplicidad de significaciones que, desde el texto, sostienen ese título. Significaciones contenidas, desplegadas con transparencia sagrada en el texto y significaciones provocadas desde y por el texto en mi espíritu…, alguna inaudita, porque jamás me concentro en la idea, trágica hasta la locura, que considere la muerte de los que amo. Me resisto.
Te diré que siempre has tenido vocación por la belleza; una auténtica artista que se reafirma en el escrito, porque lográs iluminar la vida, recalco: la vida, con palabras, aunque te expreses sobre su negación.
Mi concepción es que no morimos para nosotros mismos; morimos para los otros. Y ni siquiera para todos los demás: morimos para aquellos que nos han conocido; para quienes, de una u otra forma, han convivido con nosotros. Coincidimos, por lo tanto, hermana querida, en lo que expresás sobre el recuerdo. Cada vez que volvemos a pasar por el corazón de esos otros, revivimos.
En cuanto a que, muertos, seamos nada, no coincido. Una vez que ha sucedido el milagro de ser concebidos y nacemos, ya ni nada somos. No nos vamos del planeta ni llegamos a ser nada. Ceniza o química natural hasta llegar a calavera o polvo, somos un algo. Sedimento, tal vez, alimentador de savias subterráneas. Ser para siempre parte de este bello planeta es un consuelo absoluto. Llegar a ser alguna vez nutriente de un trigal o de una mata de alelíes, una alegría presente como para cantar la vida y la muerte, también.
Gracias por compartir tus reflexiones que, a la vez, estimulan las mías. Te amo mucho. Delia. (
11-11-2011)

Hace 15 horas · 

Completo esta "entrada" con una decisión que tomé hoy... y que quiero dejar bien sentada:

Acabo de decidirlo. Cuando me llegue la hora de la partida, esa... la definitiva, quiero que me cremen y arrojen mis cenizas al Río de la Plata junto al Parque de la Memoria... allí, al lado del hombre que simboliza a nuestros queridos compañeros que el horror arrojo al río en los tenebrosos "vuelos de la muerte". Ahí quiero estar para siempre. Con los luchadores, con los soñadores, con los mejores que teníamos, con los que atravesaron el horror, con los compañeros... Y con Luis Alberto... el querido Flaco que nunca defraudó. Allí decidió estar y me ayudó en mi decisión... y me ha dado cierta paz decidirlo...
17 de febrero, 2012

viernes, 4 de noviembre de 2011

DURÁN BARBA HIZO ESCUELA

Desde hace ya mucho se ha instalado en nuestra sociedad una especie de “todo vale” que mete miedo... Es como una especie de extrema desvirtuación de aquella vieja frase “el fin justifica los medios” (ya de por sí bastante polémica).
Un ejemplo claro de esto lo tenemos en los últimos accionares de Jaime Durán Barba. Hemos escuchado, leído y emitido grandes críticas a los lineamientos de su campaña política para la reelección del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El tipo usó plata, empleados, teléfonos y datos del gobierno de la Ciudad (o sea de todos) y se permitió inventar, calumniar, injuriar a sus adversarios sin que se le mueva un músculo de su dura cara.

Pero tengo la sensación de que esas “herramientas” (las de “Jaime”, como lo llama Macri) están demasiado al alcance de la mano y son demasiado tentadoras. Entonces nos encontramos con que los que están todo el tiempo hablando de supuestas indecencias, cometen las mismas que critican. Con que viven mirando y sospechando al otro, pero jamás se ponen a juzgar con la misma vara sus propias conductas. Y sin dudar, al grito de “ahora el poder lo tenemos nosotros”, se ponen a gastar plata que no les es propia; usan teléfonos que pagan otros; tapan impúdicamente a los héroes de nuestra historia con grandes banderas; publican, ostentan, inventan, injurian, difaman, calumnian... Me resulta inevitable preguntarme en qué momento empiezan a perderse los principios y empiezan a justificarse las acciones incorrectas… En qué momento se pasa de “poder generar” a “generar poder”… En qué momento se pueden “dejar las convicciones en la puerta” y en nombre de “un colectivo” adueñarse de lo que es de otros y usarlo como si fuera propio. En qué momento se confunde “gestión” con “propuesta”.

Recuerdo en este momento que Carlos Carella decía que la corrupción comienza cuando confundimos lo que es de todos con lo que es de uno… Sin embargo no es muy sutil ese límite.

Hace algunos años alguien recordó una canción que escuchaba su abuela: “en qué se mete la chica del 17, de dónde saca pa´tanto como destaca”. Cuando uno se pregunta esto, seguro que no hay una respuesta clara. O que, simplemente, no hay respuesta...

Son tiempos raros estos. En los que la palabra “política” nos seduce, nos atrae, nos devuelve esperanza... pero a la vez todavía está enredada con bajas ambiciones. Va a costar mucho construir todo lo destruido en tantos años de liberalismo extremo. Vamos a tener que recomponer eslabón por eslabón, poner ladrillo sobre ladrillo, de a uno, para que la palabra política vuelva a relacionarse con las palabras “amor”, “persona”, “mística”, sin que sucedan sonrisas irónicas o, en el mejor de los casos, desesperanzadas...

Sería bueno que comiencen a suceder contingencias políticas claras, limpias, transparentes, con igualdad de condiciones legales para los contrincantes. Pero por ahora parecen ganar las palabras de la autora Ana Istarú cuando dice: “quien dice política, ¿qué está diciendo? Y... seguro está diciendo: gritos, pelea, traición, componenda, corrupción, campaña de desprestigio...”. Al mejor estilo Durán Barba...

(4 de noviembre de 2011, a raíz de una campaña eleccionaria
por la conducción de la Asociación Argentina de Actores).