Barral era vertiginosamente charlatán... Los que tuvimos la
alegría de conocerlo hemos disfrutado, y sufrido, de ese rasgo tan
característico de su personalidad... También hemos sido bendecidos por su
simpatía, por su solidaridad, por su compromiso...
Gastón era un compañero. En toda la dimensión de esa
palabra.
Gastón era un preocupado y un ocupado por la Cultura
Nacional y Popular. Un constructor de la cultura de nuestra Patria, como le
gustaba decir cada vez que tenía un micrófono delante...
A Gastón, muchos de nosotros, tenemos la obligación de
agradecerle su oficina siempre abierta, su cafecito siempre dispuesto y su
agenda siempre humanitaria para ofrecernos un espacio donde mostrar nuestros
trabajos.
Dicen que ha muerto...
Yo no lo creo. No quiero creerlo. Me resisto, como siempre
frente a las injusticias, a pensar que voy a adolecer de su sonrisa, de su
ayuda, de su charla... Me resisto a aceptar que la maldad humana puede ser tan
mala...
Este último mes, desde el 18 de diciembre en el que por
suerte compartí con él y con tantos la generosa cena del cierre de UOCRA
Cultura 2013, he tenido el privilegio de varios de sus llamados... Como
siempre, andaba proyectando cultura y me pedía algunas ayudas... Lo último que
le dije en una de esas charlas telefónicas que tuvimos horas, apenas horas,
antes de la injusticia fue: “Te quiero mucho, Gastón”. Y él me contestó: “Yo
también te quiero mucho, compañera”.
Me quedo con eso.
Y con su canto siempre fresco y generoso.
Hasta siempre, Barral. ¡Salud!
Te quiero mucho.
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