Tía Julia... Mi querida tía Julia... La más buena de todas las tías... la
preferida, la única, la apasionada, la que luchó por ser feliz y lo consiguió
en los arabescos talentosos de sus pinceles.
Su pasión... Convencida soy de que lo único que nos salva
es la pasión por lo que hacemos... Y ahí estuvo ella, querida tía Julia, para dejar testimonio.
Enfrentó a su tiempo. Se rió de las miradas de
soslayo y pintó, pintó, pintó, pintó. Expuso sus obras hasta el año pasado,
cuando cumplió 97.
La he admirado tanto.
Los aromas de su casa, mezcla de comida con óleos y bencina, fueron
elemento primordial de los años de mi infancia. Allá, en el mundo intenso de su
patio aprendí que hay que luchar por los
sueños. Que hay que cerrar los puños, apretar los dientes y arremeter, si es
necesario.
Celebro su pasión, su garra, su esfuerzo, su tenacidad, su valentía,
que han sido la cuna de su arte. Celebro su vida. Completa. Íntegra.
Hijos, nietos y bisnietos lloran hoy la mala jugada que su añejo
corazón le hizo a su sonrisa joven.
Mi tía Julia...
La más querida, sin duda alguna.
La que abrió caminos.
La que se atrevió a defender ideales.
La que enseñó a construir sueños.
La de las empanadas más ricas del mundo.
La de la risa fácil y las muchas palabras.
Mi tía Julia...
97 años activos, felices, coloridos...
Pintora incansable.
Inmensa artista.
Tan querida... tan querida...
Gracias por tu vida. Luminosa y diáfana.
Gracias.
Chau.
Te quiero. Te abrazo. Te admiro desde el alma.
la-eStellita.
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