2 de abril de 1983, cerca de mediodía.
Subimos apuradas al subte. Conseguimos asiento. El tren no arranca y nos inquietamos. Por los altoparlantes anuncian un minuto de silencio en homenaje a los caídos en Malvinas. Algunos nos ponemos de pie y reina el silencio sobre las miradas tristes que nos cruzamos entre desconocidos.
Sube precipitosamente una pareja que desconoce la situación. La mujer, muy vertiginosa, se asoma hacia el anden a la voz de "quéestápasandoque'stonoarrancaporquélagente'stáparadaque'sloquepasa". Mira a su acompañante azorada y antes de que vuelva a hablar Delia le toca el brazo y le dice tan o más rápida que ella: "estamos haciendo un minuto de silencio por Malvinas". La mujer, entonces larga un sonoro aaaaahhhhhhhhh y le dice a su mudo interlocutor: "claroeselaniversariodelaguerraaaa..." Delia vuelve a tomarle el brazo y lanza un contundente "¡CÁLLESE!" La mujer enmudece y pasa el minuto de homenaje. Se cierran las puerta y el subte arranca. La mujer echa una furia se lanza contra Delia. "Peroquesehacreidocómomeva'blarasíquiensecreeque'sss"
"Disculpe señora es que un minuto pasa muy rápido y usted seguía hablando".
"Igulaustednotienederechodehablarmede'semodo".
"Disculpe señora."
"Quédisculpenidisculpe...".
A lo que Delia otra vez contundente espeta: "perdón, ¿Usted tiene algún ser querido caído en Malvinas?"
La mujer se queda demudada y balbucea: "no! gracias a dios no".
"Bueno, yo tengo 3000 hermanos. Será por eso."
Aplausos de algunos. Furia silenciosa de la señora. Orgullo mío. Satisfacción de gran parte del vagón.
Esa era Delia.
Por todos esos hermanos que lucharon y murieron por el territorio usurpado y nos devolvieron la Democracia: UN MINUTO DE SILENCIO.