domingo, 30 de diciembre de 2018

MUCHO


MUCHO.
El almanaque desgrana las últimas horas de un año que agoniza.
Último domingo dieciocho.
Va llegando, porfiadamente esperanzado, el último año de la segunda década del siglo, del milenio.
Sí, como quien no quiere la cosa ya nos pasaron casi dos décadas del esperado veintiuno que prometía y amenazaba en aquellas primeras horas del 2000.
Prometía y amenazaba.
Y hubo horrores, hubo tiempo promisorio y volvió el horror de la mano de la desmemoria.
Imposible no renovar esperanzas en finales y comienzos. Difícil no subirse a la ilusión.
Respiro hondo y me trepo.
Vamos a necesitar mucha fuerza y por eso es necesario que al despedir e inaugurar el calendario deseemos mucho.

Mucho. Con deseos antiguos y nuevos. Mucho.

Que la calle no nos enloquezca más de lo que ya estamos.
Que haya más mesas que muros. Más abrazos que megustas. Más miradas que posteos.
Que en colectivos y subtes vuelva la costumbre de leer un libro. Y que podamos sentarnos.
Que miremos a los ojos al que nos pide, aun para decirle que no. Pero si es posible, que le demos una ayuda.

Mucho. Deseemos mucho.

Que todo niño tengan sus juguetes. Todos y cada uno.
Que los cielos bien celestes cuesten menos.
Que dios ayude al que madrugue y al que no.
Que el que siempre sale en el medio de la foto se corra un poquito.
Que el mediocre se entere y el talentoso despegue.
Que los verdaderos culpables alguna vez paguen sus cuitas. Y conozcamos sus nombres y sus caras.

Mucho. Deseemos mucho.

Que recuperen su libertad los inocentes.
Que la Justicia sea justa.
Que pongan música en los parques y las plazas.
Que los diarios, los noticieros, los periodistas, digan la verdad.
Que haya más comida en las mesas que falta y menos en las que sobra.

Mucho. Deseemos mucho.

Que detengan las guerras, las amenazas, la violencia.
Que no haga falta el #niunamenos porque estamos todas.
Que los violadores paguen su culpa. Y los acosadores dejen de acosar.
Que la sororidad sea más que un pacto. Sea una forma de vida.
Que la fraternidad también.
Que no confundamos al enemigo porque el enemigo no nos confunde.
Que no olvidemos la memoria ni olvidemos que a veces es necesario olvidar algunas cosas.

Mucho. Deseemos mucho.

Que la policía no reprima. Que los chorros no nos maten. Y la policía tampoco.
Que la inclusión incluya. Que no se cierren escuelas.
Que la Educación sea prioritaria.
Que la tortilla se vuelva.
Que seamos un poco inteligentes, un poco bobos, un poco cursis. Pero siempre bienintencionados.
Que podamos equivocarnos sin que nadie nos condene.
Que a los que vetan leyes los enfrenten los justos. Y los justos ganen.

Mucho. Deseemos mucho.

Que sonriamos 2019 veces.
Que demos rienda suelta a nuestros sueños.
Que el amor nos asista.
Que dejen de saquear a los jubilados.
Que las fuentes de trabajo recuperadas sigan recuperadas.
Que no haya despedidos ni desocupados.
Que un error no valga más que mil aciertos.

Mucho. Deseemos mucho.

Que sea más fácil perdonarnos los errores.
Que podamos escucharnos sin tanta interferencia.
Que la Cultura no se recorte. Que la Salud vuelva a ser un derecho.
Que todos sepamos exactamente quiénes somos.
Que lleguemos a fin de año con más ganas y menos penas.
Que haya igualdad de derechos.

Mucho. Deseemos mucho.

Que seamos muchos y unidos los que deseamos mucho para que los muchos que nos roban mucho sean cada vez menos.
Que podamos construir/nos la Devolución de la Alegría.
Que haya 2019.
¡Allá vamos!
Y sí.
Que la tortilla se vuelva.
Que vuelva el tiempo promisorio
Que volvamos a ser felices.
Que sepamos que la felicidad se construye. No es magia.
(Stella Matute - 30/12/18)

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