Un solo malentendido puede tirar por tierra una amistad de años.
Una sola equivocación puede llevarse puesta a una pareja.
Un solo tiro pudo asesinar a Gandhi. Otro a Lennon.
Una sola bomba destruye a un pueblo todo.
Un solo error pueden convertir a una mujer o a un hombre en un ser equivocado para siempre.
Con doce apóstoles que lo amaban, la traición de uno solo crucificó a Cristo.
Una sola gota de ácido envenena un bidón de agua pura.
La maquinaria del odio más espeluznante que hemos tenido se llevó a 30000 compañeros. En menos de diez años los desaparecieron, los torturaron, les robaron a sus hijos, los asesinaron… Siglos nos llevará sanar esa tragedia.
Más de cinco generaciones cuestan sanar una tragedia familiar desenlazada por un crimen.
Pienso mucho en eso de que “el amor vence al odio”. Algunos lo dicen tan convencidos que me da esperanza, me conmueve. Sería lindo. Pero no creo que sea así. Lo que el amor tarda -con mucho tiempo y más esfuerzo- en construir, el odio puede destruirlo en unos pocos minutos. Eso pienso.
No… no es cierto que el amor vence al odio. El odio es mucho más poderoso. Amar es un trabajo, es una decisión, es una construcción. Odiar es fácil. Destruir es mucho más fácil que construir. Eso siento. Eso creo.
Para que el amor venza al odio hay que trabajar mucho, esperar mucho, esforzarse mucho. Y siempre está el odio acechando con su poderío. Siempre.
jueves, 5 de marzo de 2020
El amor, ¿vence al odio?
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Stella Matute
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