Siempre me vuelve esta frase de mi hermana. Pero nunca "como hoy" ha tenido semejante dimensión. Tiempos de sumisión disfrazada de comprensión, estos.
Creo que se hace indispensable luchar para desterrar el "hoy es asi" cuando ese "asi" se lleva puesto el sentido común, la solidaridad, el respeto por las tradiciones...
Nos están llevando puestos. Y como toda resistencia respondemos "hoy es así", “todos lo hacen”, “y qué podemos hacer”.
𝐌𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐨. 𝐍𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨.
Me pregunto y re pregunto: ¿en qué esquina del horror perdimos el buen gusto? ¿en qué barrio del egoísmo perdimos el sentido del respeto? ¿en qué ciudad demencial perdimos la solidaridad?
No quiero. Me resisto. Me quedo sola. O con poquitas y poquitos. Pero haciendo lo que pienso.
Nos llevan despacito, sin pausa y sin retorno, camino a la extinción. Aceptando y aceptando y aceptando. Porque "hoy es así"... ¿Desde cuándo? ¿Quién lo dijo? ¿Cómo nos convencieron? "Es así" porque aceptamos. Dóciles como ovejas. "Ovejas sois, bien lo dice de Fuente Ovejuna el nombre.". ¿Nos hemos olvidado? ¿sólo enunciamos sin poner en hecho aquello que decimos?
𝐌𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐨. 𝐍𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨.
Me armo una trinchera de emociones, de recuerdos, de ejemplos, y me refugio tras ella. Solita. O con algunas y algunos de parecidos sentires. Pero pocos y pocas. Insuficientes para una lucha. Así nos va. ¿Hasta cuándo? ¿cuánto más hay que aguantar, aceptar, tolerar, sufrir? ¿cuál es la contabilidad de los atropellos? ¿en qué columna del “debe” se anotan?
𝐌𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐨. 𝐍𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨.
Me invento alegrías y reinvento ideales. “Ya nada es como antes” te dicen como si eso fuera bueno, como si se pudiera sentir orgullo por deponer luchas, como si los desmanes fueran caricias. ¿Tenemos claro el costo? ¿sabemos que estamos al borde? ¿conocemos lo que nos espera en el fondo de ese abismo? “Algo huele a podrido en el palacio de “lo posible”.
𝐌𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐨. 𝐍𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨.
Me pinto un arcoíris, lo cruzo y cambio el rumbo. Me alejo del despotismo, de la grosería, de la fiereza de unas reglas de juego que benefician a unos pocos y sostienen unos muchos. Abandono al dueño de la pelota con la certeza de que sin jugadores, no le sirve para nada. También con la certeza de que muchas y muchos seguirán jugando y se irán cayendo porque no hay cuerpo que resista el juego sucio.
Me fabrico mi propio abismo. Me siento en su borde. Me da vértigo pero es mío. Trazo un horizonte posible, salto al vacío, me recompongo y empiezo a caminar hacia allí. Hacia la utopía de que todo puedo ser diferente si nos rebelamos y nos revelamos.
Le hago un pito catalán al “es así”. Y si la vida me da la espalda, siempre está la posibilidad de tocarle el culo.
(𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐱𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐢𝐧 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨
Stella Matute - mayo/22)
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