viernes, 19 de enero de 2024

COMO CUANDO ERA NIÑA. RENACER EN ELLA.

 

Como cuando era niña, el día después de mi cumpleaños trajo consigo la misma magia de antaño, “cuando me preguntaba qué era ser feliz sin saber que lo era”. Los regalos desplegados con emoción en el piso, trajeron la inocencia de tiempos pasados. Los papeles rotos son pequeños fragmentos de alegría, redimiendo risas contenidas. Mi corazón es una caja abarrotada de tesoros y late con gratitud por cada sorpresa, por cada presencia, por cada abrazo.

En este instante, entre recuerdos y nuevas emociones, descubro que la esencia de la felicidad sigue siendo la misma: la celebración irrefrenable y pura, la conexión entre lo eterno y lo efímero, como un susurro de aquella niña que aún me habita.

En ese suave rincón del tiempo donde ayer se fundió con mis anhelos, salí de la penumbra del año pasado para encontrarme envuelta en la luz de un manto de amor. Mensajes, voces, textos, dibujos, llamados, posteos, fueron pétalos de ternura   creando –como en el teatro- un jardín efímero y eterno en mi memoria.

Cada uno de esos mensajes resuenan en mi alma, transformando el simple transcurrir de un día en un concierto de gratitud. Las risas, los abrazos, los cantos fueron –son- acordes de felicidad que vibran y vibrarán en mi existencia, armando una melodía de recuerdos imborrables.

Ayer, 19 de enero de 2024, se marcó el comienzo de un nuevo capítulo en mi viaje, un renacer radiante. De agradecimiento infinito. Quiero rendir homenaje a cada une de ustedes que con sus distintas formas de presencia iluminaron mi día. Me siento dentro de un tsunami de amor que hace de mi corazón un loco destellar de danzas.

Renacer. Renacer. Renacer.

Se fue La Emperatriz. Llegó La Sacerdotisa.

Con gratitud eterna.

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