lunes, 23 de julio de 2012

Se murió Alicia Zanca... Y es tristeza.


Tamara Garzón Zanca y Lautaro (mi hijo) tenían entre 3 y 4 años cuando comenzaron a ser compañeritos de Jardín de Infantes. Ahí conocí a Alicia. Y recorrimos juntas, y junto a otras madres con las que formamos un grupo muy unido (Sandra, Vilma, Susana, Marcela), el resto de ese período y los 7 años de la primaria. Tuve el privilegio de compartir con ella muchos cafés, muchas charlas, mucho acto escolar, mucha risa, algunos llantos... No sé si fuimos amigas pero sí sé que nos unió un cariño entrañable que tenía que ver con el amor de nuestros hijos. Descubrí en Alicia a una madre inmensa. INMENSA. A una luchadora incansable, a una estudiosa insaciable. Alicia miraba profundamente a los ojos; cuando te abrazaba te abrazaba fuerte, cuando reía contagiaba y cuando lloraba uno lloraba con ella. Mujer intensa... agradecida, sensible. Sus hijos Juan y Mariano le habían ofrecido un camino de la vida que ella transitaba con pasión y alegría. Y Tamara era su proyección y su faro. La escena nacional la va a extrañar. Tanto como aquellos que tuvimos el placer de conocerla de cerquita... Hoy no puedo pensar en otra cosa... Es como si se hubiera abierto con su muerte una represa de recuerdos, de imágenes, de colores... Veo las fotos que Tamy pone en su muro de facebook y no puedo dejar de llorar... Por Tamy, por Juan, por Mariano y un poco por mí; porque con su muerte comienza a morir definitivamente un período de vida que parecía reciente e intacto...
¡Hasta siempre, Tana!

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