El 31 de diciembre, en mi San Rafael natal, pasé una noche bulliciosa... como aquellas de la infancia.
Rodeada de "Galileas" que son garantía de risas muchas.
"Galilea" es el apellido de mi madre. Mi padre perdió su familia de
muy niño... Y Galilea fue sinónimo de fiestas multitudinarias donde jamás
faltaba rica comida, buen vino, gaseosas sin límite (que para nosotros, los
niños de aquellos tiempos, era algo excepcional), exquisitos postres, charlas
cruzadas, carcajadas sonoras, travesuras molestas, el infaltable truco de los
hombres y las obligatorias y acaloradas discusiones políticas, que apuraban los
finales ya entrada la madrugada...
Anoche hubo algo parecido... faltaron el truco, las
travesuras y las discusiones (por suerte) pero sobró (si es que pueden sobrar)
amor, risas, anécdotas, emociones, silencios "homenajeantes", miradas
profundas y comprendedoras, abrazos apretadísimos, brindis "en
memoria", brindis "por el pasado", brindis "por el
futuro", (por el presente no hizo falta porque los estábamos viviendo),
hubo muchos recuerdos y, fundamentalmente, excesiva generosidad.
A eso vine, entre otras cosas. A dejarme envolver por la esencia...
A homenajear a Delia en nuestra tierra. La que nos vio nacer. La que nos abrazó
en la vida. Tierra en la que ella me enseñó la mayor parte de lo que soy. Por
momentos siento que aquí la despido... en otros que aquí la recupero... Y en
todos esos momentos, enfrento el no poder creer que al regresar a Buenos Aires
no podré llamarla para contarle toda esta catarata de vivencias... para
mostrarle las imágenes de la nostalgia...
Me conmueve, me exalta, me embelesa, compartir esto con mi
hijo, Lautaro amado... Verlo anoche reír generosamente con las mismas anécdotas
que me divertían en mi infancia, verlo ser bienvenido por la opulenta nobleza de
mis primos, verlo ofrecerles su arte, es un regalo que le agradezco a esta
nueva, desconsolada, vida que voy transitando.
Y a mi lado, el compañero... mi-Musante, corriendo la misma
suerte de mi regocijo...
Gracias Lautaro por venir. Gracias Musante por escoltar
inclaudicable...
Gracias Héctor, Ricardo, Raúl, Analí... a sus hijos, a sus
nietos... por recibirnos en su mesa tendida con el desborde de lo
incondicional.
Gracias San Rafael por devolverme caminos lejanos, paisajes
viscerales, ayudando a la memoria, ese sexto sentido siempre dispuesto a
arrobarnos...
Allá vamos, 2013... a transitarte expectantes... esperando
que nos permitas poner flores alrededor y "maquillar" un poco ese
agujero negro, profundo e inenarrablemente doloroso que nos dejó el 2012...
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