miércoles, 11 de junio de 2014

"Las manos de mi madre"...

"Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría 
"te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes." 
(Gabriel García Márquez) 

Mi madre era una artesana. Magnífica artesana de manos de águila. Podía tejer mantas, chales, carpetas, carpetitas, posavasos, pañoletas, escarpines, saquitos diminutos y enormes, sombreros y gorritos; hacía vestidos, camisas, sacos, pantalones, pantaloncitos, enteritos y chalecos, disfraces y vestuarios, y también podía reciclar la ropa vieja y dejarla más que nueva; podía convertir las punteras de medias rotas en simpáticos monederos; pintar una heladera con flores, convertir sachets de leche en prolijas hebras para tejer divertidas alfombras o bolsas para algodón o capelinas; la he visto hacer alhajeros con cascaras de naranjas secas, macetas con botellas y enormes colchas con pedacitos de telas...
Creativa cocinera podía hacernos creer, en aquellos sanrafaelinos años de mi infancia, que sencilleces baratas eran sofisticados manjares; su minestrón era inigualable, sus bocaditos de acelga y espinaca se deshacían en la boca y sus "papas en ravanera": únicas.
Cuidadosa en extremo, al momento de su muerte conservaba intactos los juegos de vajilla y de té que le habían regalado en su casamiento, seis décadas atrás contando.
Hace 6 años, el lunes 9 de junio no despertó y el jueves 12 partió al eterno misterio. Este año esas fechas se repiten exactas, y me la devuelven en ritmo de tristeza.
La extraño dulcemente... Abuela y bisabuela, cumplió el ciclo completo de esta no menos misteriosa vida. Vivió una vida simple, empeñandose siempre en "no molestar". Y se fue como quería, sin molestar... Pero dejando un halo de infinita pena.
La extraño suavemente. Y la recupero a diario en sus tejidos, en la tibieza del chal, el florero sobre su carpeta, la calidez de una manta, la generosidad de un mantel, en el olor a la sopa de verduras, en el picante (prohibido) del caldillo chileno o en un abundante café con leche con pan adentro. Conservo y protejo cuidadosmente su divertida terminología mitad española (herencia de su madre) y mitad mendocina.
No... No está con Delia ni con mi padre. No creo en eso. Los tres están para siempre en mi y en todos los que los amaron y recuerdan. Por eso me empeño en cultivar recuerdos.
Y hoy, en el aniversario de su muerte, me tomó esta licencia: "Te quiero, mami. Y te extraño."





















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