martes, 21 de abril de 2015

ATC... patente patente

Hoy por la calle vi una patente de auto que tenía la sigla ATC... El recuerdo de aquellos tiempos llegó como una creciente de río de montaña. ATC. Así se llamaba la TV Pública en los tiempos del horror. ATC. a te ce. atese. Y sí. Eran tiempos de estar atados. De pies y manos estábamos atados. Eran tiempos en los que tomar un cafecito en La Giralda podía significar que entrara el ejército y se llevara a un muchachito arrastrado de los pelos y lo subieran a un camión como si fuera una bolsa de residuos. Y todos mirábamos para otro lado. O que viajando en el 93 subieran unos monos altísimos de anteojos negros y metrallas en las manos y amenazándonos a todos dijeran: "menos vos todos abajo". Y todos bajáramos mientras escuchábamos la ráfaga de metralleta que nos helaba el alma, el espíritu, el cuerpo y la voz pero que no nos impedía caminar ligero sin volver hacia atrás la cabeza. Los tiempos en que vislumbrar de lejos la luz azul intermitente nos hiciera cambiar el rumbo rogando que no se dieran cuenta. Los tiempos en que nuestras Madres y Abuelas eran llamadas "locas". Esos tiempos. Los tiempos de "atecé", de "el silencio es salud", de "no dispare, usted está manejando un arma", de "mantenga limpia la ciudad". Todo silencio, todo limpieza, todos ciegos, sordos, mudos y atados. ATC. Una patente me desató un torrente de recuerdos dolorosos. Y fue inevitable pensar en los canallas que hoy acusan al Gobierno de dictadura o de crispación o de dividir aguas o de construir grietas. Los que vivimos aquellos años no podemos ser tan desmemoriados. Ni con aquello ni con la democracia neoliberal descarnada que vino luego y nos dejó contando patacones y truequeando recuerdos por un poco de comida. Por eso duele Santa Fe y dolerá una vez más la Capital el próximo domingo. Por eso espero que no duela mi Patria en octubre.

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