lunes, 11 de julio de 2016

27 años con Lautaro

Los recuerdos vienen con exacta precisión. También con un dejo de distanciamiento, como si fuese una película que he visto 27 veces.
Aquella noche me dormí desprevenida.
Faltaban varios días aun y yo tenía muchas cosas que hacer todavía antes de la maravilla.
Sin embargo, a la mañana muy temprano algo anunció que el alumbramiento estaba cerca, muy cerca.
Me quedé quietita como no creyéndolo.
Pero era inevitable, cada vez que esbozaba moverme, perdía otro poco de líquido hasta que decidí pararme y una catarata involuntaria cayó desde mis adentros.
Las contracciones se manifestaron enseguida y todo sucedió maravillosamente rápido.

Vivía a tres cuadras de la clínica pero tuve que tomarme un taxi. "8 de dilatación", dijo la partera de guardia y salió corriendo a hacer los llamados y los encargues pertinentes. Era la mañana del 12 de julio y a las 11.34 la vida sería vida para siempre.
Desde aquel día, mi vida se justifica plenamente cada 12 de julio.
Es más... podría decir que esta fecha me amortiza los duros golpes de los errores cometidos, me ilumina las zonas grises de los dolores, me salda la mayoría de mis deudas.
En este día se celebra la llegada al mundo de un embajador de la ternura, de un portador de talentos, de un emisario de lo bueno, del hacedor de los mejores abrazos de mis abrazos.
27 años han pasado desde aquel luminoso día en que Lautaro, mi hijo, llegó al mundo.
Los mejores 27 años de mi vida.
Desde aquel día me ha enseñado cada día a ser un poco mejor. Me ha llevado de la mano por los caminos de la paciencia, me ha mostrado el esplendor de la alegría, me ha alumbrado la dimensión del verdadero amor. Ese que de tan incondicional asusta.
Lo he ido viendo crecer afianzado en sus convicciones, sostenido en su inmensa chispa artística que enciende fuegos musicales.
Todo él es arte. Y bondad.
Resplandece mi vida en su espejo, se hace más armónico el camino en su ruta, se vuelve fácil lo difícil en su mirada.
La vida me dio con su nacimiento un maestro que me da clases intensivas de cómo amar sin límites y cómo construir un coraje inquebrantable para defenderlo de los amenazantes males del mundo.
Eso intento desde aquel día, 27 años atrás contando.
Levanto la copa y brindo por su vida y por la mía con él.
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, HIJO!!!!
Esta tierra es un poco mejor y más fértil desde que vos la habitás.






2015 
Hoy, a las 11.34, la persona que me otorgó el privilegio de ser madre cumple 26 años. Los 26 años más orgullosos de mi vida, los más sorprendentes, los más tiernos, los de embelesado aprendizaje extremo.
Muchas veces siento, se lo he dicho, que vine a esta vida sólo a ser su madre. Que esa fue y es mi misión y es lo que más felicidad me ha dado y me da, sin duda alguna. Su nacimiento me conectó con el epicentro de la ternura; con la eterna búsqueda de lo mejor para él; con la esencia del amor; con el aprendizaje de correrme del eje.
Su camino, su recorrido, sus elecciones, son un manso lago en el que puedo verme reflejada y también en el que puedo sumergirme sin miedos. Estos 26 años me hacen sentir 26 veces madre vanidosa y pipona de orgullo, me convierten en una mujer más joven que hace 26 años, una fan de su arte, una incondicional apoyadora de sus sueños, una discípula de su sabiduría.
Estos 26 años son lo que más le agradezco a la vida. Son la fuente de energía que necesito para calmar mis tristezas. Si me dijeran que puedo volver a vivirlos lo único que pediría es poder mejorar todo aquello que se necesite para que él pueda ser más feliz.
Hoy Lautaro cumple 26 años. Levanto la copa y brindo por él. Por su bonomía, por su sonrisa franca, por sus ojitos melancólicos, por su lealtad, por sus proyectos, por sus logros, por los amigos que lo quieren, por sus dioses y también, por qué no, por sus demonios.
¡Feliz cumpleaños, Lautaro Matute! ¡Hijo! ¡Y gracias! Eternas Gracias.

2014 
25 años es mucho tiempo. Y un instante.
Puedo sentir ahora el primer calorcito de su piel sobre la mía. Pude oler recién aquel olor pequeño de su minúsculo pelito; y oír aquí los flamantes berridos, dulces e indignados.
Sin embargo, disfruto a diario de su madurez y sus talentos. Disfruto siempre de la seriedad de su palabra. Inauguro saberes de su sabiduría cotidiana amasada en este cuarto de siglo compartido.
He aprendido, desde aquel 12 de julio, más, mucho más, de lo que he enseñado.
No hay amor que se le compare ni mirada más profunda que la suya.
Cumple años. Y me enarbola en madre nuevamente.
Gracias, hijo.

 2013 
"Hijo es un ser que nos prestaron para un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y de nosotros aprender a tener coraje. Sí, ¡es eso! Ser padre o madre es el mayor acto de coraje que alguien puede tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo de perder algo tan amado. ¿Perder? cómo? No es nuestro, ¿recuerdan? Fue apenas un préstamo”… (José Saramago)
Hace 24 años, a las 11.34, en jubiloso alarido nacía Lautaro Matute y revolucionaba mi vida para siempre.
¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, HIJO!!!!! Te amo.

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