jueves, 4 de agosto de 2016

4 de agosto, último tiempo

Hace cuatro años era noche de sábado.
Hoy feisbuc me recordó que andaba con insomnio en aquellas horas. Yo creía que eran los sufrimientos del síndrome de nido vacío pero en realidad supe que era un alerta premonitorio del desasosiego más desasosiego. Hace cuatro años ese insomnio me anunciaba un para siempre de ausencia.
Hace cuatro años era la última noche de una vida de compinche, compañera, confidente, amiga, hermana, todo en una. Empieza el aniversario de una semana devastadora.
Una de las semanas devastadoras de agosto. No puedo evitar los recuerdos.
Ni siquiera son voluntarios. Están ahí, siempre a punta de llanto.
Aunque haya ido aprendiendo a no hablar, a no nombrar, a dejar que crean que me distraigo.
Agosto.
En la plenitud de la llaga. El comienzo del final de los finales.
(4 de agosto de 2016. Noche. Cuando el llanto empieza a renovarse)

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