lunes, 31 de agosto de 2020

EL BAÚL DE LA ABUELA

 Mi abuela lo miraba y lloraba. 

Eso siempre me estrujó el alma. Desde muy niña, para mí ese baúl tuvo el nombre del misterio. ¿Qué había allí que hacía llorar a mi abuela? Porque cuando ella lo abría –rara vez y siempre en día de lluvia- para mí era una fiesta. Pero ella lloraba. Estando cerrado o abierto ella lloraba. Y callaba. Ese silencio amargo teñía de antigua desazón aquellas tardes de lluvia mientras  mis primas y yo nos sumergíamos en ese mundo arcano y recóndito del baúl de la abuela. Cuando ella murió lo heredó mi madre, única hija mujer de cinco hermanos. Yo andaba por los 13 años y estaba tratando de alejarme de los misterios. O de entenderlos, que es lo mismo. Entonces supe, o entendí, claro, que con ese baúl como único equipaje mi abuela había cruzado el océano desde su España natal en busca de nuevos y mejores horizontes. En busca de saciar el hambre, por ejemplo. Y que en esas pocas cosas que conservaba allí dentro lloraba y añoraba sus anteriores confines, sus ilusiones de niña, su familia primal. 

Cuando tiempo más tarde murió mi padre, ese baúl fue parte de nuestra mudanza desde el pueblo mendocino a las luces de la gran ciudad. Fue mi madre, entonces, la que empezó a llorar cuando lo miraba. Tanto cerrado como abierto. 

Diecisiete veces más me mudé luego y él fue un compañero de memorias y desmemorias. Atesoró recuerdos y olvidos. Y lloré mirándolo. Tanto cerrado como abierto.

Hace poco encaré la mudanza más importante de mi vida. La penúltima. En la próxima, mi viejo baul llenito de historia ya no podrá venir conmigo. Ahí está. Frente a mí. Re inagurándose, re inaugurándome. Obedeciendo dócil su destino de testigo mudo que grita la historia de aquella mujer inmigrante y su descendencia. Linaje de mujeres fuertes, luchadoras, constructoras de sus destinos. Gracias, baúl. No lloro esta noche mientras te escribo y te miro reciclado. Sonrío. Y sonriéndote sonrío a mi historia. A mi estirpe de féminas. Y al auspicioso volantazo del destino que me inventé poquito a poco. Sonrío. Sonrío. 













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