Hay una edad que
agoniza y otra que pulsa ser parida.
A la hora de la hora se
detienen los relojes y se mezclan las edades.
Revoltijo de recuerdos.
El tiempo es un
destiempo,
bienvenidas y despedidas van perdiendo los bordes.
Se deshoja el calendario y
cae un nuevo año en mi universo.
Las ausencias se
presencian y hay presencias
que habitan un reloj de arena sin reverso.
Esa arruga, aquel
pliegue, los olores perdidos de la infancia,
una amiga que lucha, otra que está sufriendo,
la sonrisa del hijo y su guitarra,
la muerte temprana de mi padre,
el quedarse dormida de mi madre,
la injusta muerte más temprana de mi hermana,
el misterio de la vida de mi hermano.
Descendencia, linaje,
prole y casta. El largo camino de la espera.
Grito en el vacío de mi
historia
y me pregunto
si vale hoy mencionar las carencias.
Mejor hablemos de esperanza, tan vieja como el mundo,
tan terca en su latido.
La vida se merece una
esperanza, al menos una.
La vida está vigente y siempre cumple. Y hoy cumplo yo con ella.
La nueva edad está
llegando, ya casi está aquí.
Debo aprender a amarla hasta lograr hacerla luminosa,
derribarle los miedos, atacarle las sombras,
acotar desconfianzas.
Mirarla bien de frente y desafiarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario