“Ayer, luego de los episodios del Borda, se me dio
por subir a mi muro un poema de don Jacobo Fijman, que vivió y murió en el
neuropsiquiátrico. Hoy me encuentro con la grata sorpresa que más de 300 amigos
lo reprodujeron en el suyo... Leyendo algunos de los muchos comentarios que se
hicieron al respecto, noto que no son pocos los que hablaron del desdichado
Fijman como del "poeta de la locura". Me gustaría hacer una
aclaración: Fijman, lo mismo que Artaud, Van Gogh y tantos otros, no fue
"un artista de", sino más bien "a pesar de". Es decir, fue
un creador devorado por la locura (si es que se puede decir así) y de ninguna
manera un enfermo mental que se volvió artista. Eso jamás sucede. En tal
sentido, las cartas de Van Gogh a su hermano Theo son bien elocuentes: sus días
en Arlés no fueron más que un vertiginoso intento por huir de la enfermedad a
través, precisamente, del arte. Del arte liberador. Del arte que, si no cura,
al menos consuela... Nuestra idea romántica del loco que escribe genialidades
se da de bruces con la realidad: invariablemente, se trata de genios que
escriben o pintan hasta que llega la fiebre y los atenaza”.
(Miguel Ángel
Morelli)
"Del arte liberador. Del arte que, si no cura, al menos consuela..." Pocas palabras han expresado tan bien, tan clara y profundamente, lo que he sentido en
los últimos meses... No es mi intención, en absoluto, compararme con genios
como Vincent o Fijman... Pero desde la repentina muerte de mi hermana, hermana
mía, pocas cosas me han acercado un poquito de consuelo como ensayar, subirme
al escenario y escribir escribir, escribir...
Y encontré en estas palabras que cito la síntesis de ese sentimiento. Es el Arte (y
no estoy haciendo una calificación de mi laburo) lo que me aleja un poco de la
soledad enloquecedora del dolor...
Me doy cuenta de que es por eso que en los ocho meses, eternos y efímeros, más dolorosos de mi vida he sentido la obligación de ensayar, de estrenar, de escribir, de prestar piel, alma y sentimientos... y exorcizar, exorcizar, exorcizar. Y compartir.
1 comentario:
Demencia: el camino más alto y más desierto.
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