Hemos envejecido tantos siglos. Los días se nos fueron perdiendo entre una multitud añorada y se nos van acabando las palabras. Vamos arribando a la orilla exacta en la que comenzamos a olvidar la forma de las cosas, la tibieza del mimo, el frío de los corazones duros. Se nos escapa el horizonte como se escurren esos recuerdos preciosos que es mejor destruir para no extrañar. Se nos afirma la certeza de que quien llegue al final se nos escapará también porque las heridas de la lucha suelen no perdonar. Y nunca sabremos si la muerte final se desató voluntaria, ahogada en esa soledad insoportable de los días demenciales.
Nota: la foto es del espectáculo La Roca, de Cristina Escofet . - Año 2006 - Auditorio Bauen
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