lunes, 12 de abril de 2021

INTEMPERIE DE TERNURA

¿Cómo atreverme a hablar de nuestro pacto de ficticio silencio llenito de palabras no nombradas?¿Con qué derecho cuento de tus ojos sin horizonte, de tu boca carencia, de tu mano alcancía, del borde esquivo de tu mirada? ¿Cómo relatar mi curiosidad intrusa intentando proteger un poco tu desdicha?

Durante un rato aportaste tu belleza contaminada de injusticias a la posible poesía de mi vida. Un día, después de varios soles, me miraste directo a los ojos con un agradecimiento que yo no merecía y esa esquina se volvió espera y entrega cotidianas. Fuiste peaje obligatorio a la ternura. Bisagra necesaria del camino. Tu ojeada pájaro era mi alegría en ese transitar a mi rutina. Tu mano transparente, mi certeza diaria. Tu guerra perdida, mi laberinto con salida. Tu sonrisa desdentada, mis ganas de seguir.

Un día no estuviste. No estabas y el refugio de tu esquina fue ausencia oscura. La carencia de tu orfandad dejó huérfano a mi minúsculo barrio dadivoso. Una incertidumbre de nubarrones pobló el templo de tu colchón abandonado. Quedó vacía mi mano en el fondo del bolsillo pespunteado por la nada. Me vi en tu espejo limosneando alguna respuesta, alguna señal. Un viento helado se coló por los ladrillos de tu mampostería angosta que fue el cobijo roto de tus días y tus noches, piso de tierra, techito de hendijas por el que espiabas las estrellas. ¿Te fuiste al cielo donde los desposeídos se vuelven reyes y bailan hasta que el sol se baña en el mar? ¿Te crecieron alas y volaste libre de monedas y latas vacías? ¿Te fuiste a ese lugar donde nadie se tapa la nariz para que el olor hiriente de tu destino no invada su egoísmo? ¿Y tu perro? ¿Ladró aquella noche en que se abrió tu portón de eternidad? ¿O acaso simplemente cambiaste de libertades y caminos? ¿Andarás tal vez eludiendo otras miradas hasta que puedas confiar en una? Anclo en ese anhelo y recojo las velas de la búsqueda.

Te debo el bullicio de un circo todo, un desfile de malabaristas que te ofrezcan los panes que mendigaste, la danza de un equilibrista por el filo de la mesa que no tuviste, un montón de piruetas de payasos regalándote poemas que levanten banderas de sopita y abrigo y te acunen en la abundancia huidiza de tu vida. Quisiera homenajearte a la altura de tu valentía plagada de intemperie, regalarte una parrillada de esperanza arrebatada. Ya no paso por tu esquina. No quiero. Pero sigo apretando aquella medallita del primer encuentro de miradas desarrapadas en el que sellamos nuestra mínima promesa de lealtad mutua, y ruego cada tanto por tu almita desamparada.

sm - abril, 2021

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