Me dejó un traumatismo
en el filo del lagrimal.
Una fractura expuesta
de autoestima.
Un esguince
de coraje
Un infarto agudo
en la confianza
Quedé con la entereza
mal herida
y con las ganas
al borde del trasplante.
Transité por una
cirrosis de esperanza,
una insuficiencia
de certezas
y una fibrosis de llantos.
Nunca fueron visibles
mis dolencias.
Se cuidó muy bien
de no dejar
ni una marca.
No hubo vendas
ni apósitos
ni bisturíes.
No hubo quirófanos
ni consultorios.
Pero la convalecencia
fue eterna.
Si.
Ojalá me hubiera pegado.
Tal vez hubiese sido más fácil.
Y más rápido.
(SM - marzo 2021)
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