La columna entra por Diagonal Norte y yo estoy a la altura de lo que hasta hace poco fue el Teatro del Pueblo. Lloro yo. A mares, lloro. Y canto. Canto desgañitada en ese canto. Salto como salto siempre cuando estoy en las marchas... con los dedos en V bien en alto. De golpe, de la muchedumbre, abriéndose paso a los empujones se desprende mi viejo. ¡¡¡Eeeeestelitaaaaaaaaquélindaqueestásssss!!!! me grita de lejos como cuando de niña yo lo esperaba en la puerta de casa que él regresara del trabajo. "Ya estoy grande viejo, qué hacés acá" le pregunto como si fuera algo cotidiano y lógico ese encuentro. "Ayudo", me contesta. "Ayudo a sanar. Cantá hija, cantá, que el virus se asusta con el canto".
¡¡¡Coooooo-ro-na-virus laputaqueteparióoooooo!!!! balbuceo mientras lo pierdo en la multitud.
Y me despierto.
Sábado 18-04-20
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