miércoles, 16 de diciembre de 2020

Llanto por una madre

 Cuando una llora a una madre, llora a todas las madres.

A las que no están y a las que están y pueden no estar.

Y también llora al posible dolor del hijo por la posible ausencia de la madre.

La muerte remueve todas las muertes.

La muerte nos deja clavados en un silencio de llantos.

La muerte es la muerte. 

viernes, 27 de noviembre de 2020

TRISTEZA CÓSMICA

Estamos tan tristes...

Cielo triste sol triste nubes tristes 

Triste azul tristes miradas

Sonrisas tristes cánticos tristes

Tristes palabras ojos tristes

La alegría está triste y está triste la emoción.

Abrazos tristes manos tristes arrugas tristes lágrimas tristes

Triste amanecer tristes horas 

Triste café con leche tristes tostadas paredes tristes 

Tristes sonidos triste comisura abismo triste vereda triste grasita triste 

Rubio triste morocho triste 

Triste prostituta feminista triste gorila triste

Triste la esquina la baldosa el cordón de la vereda

Peronista triste radical triste trosko triste 

La camiseta está triste el arco triste y también el arcoíris 

El gol está triste y más triste la pelota quenosemancha

La Casa Rosada triste y la blanca y la roja y la sin techo y la casilla 

Todas tristes

Zapatos tristes pasos tristes 

Cansancio triste

Hombros tristes

Las Malvinas están tristes y también los combatientes

Las Madres tristes y las Abuelas tristes

El justiciero triste y la luchadora triste

Triste el pelo y las orejas y las uñas

La tristeza misma está triste

Estamos tristes

Tan tristes

Gracias Diego, también por esta tristeza que se acomoda en cada rincón de esta Tierra que pisaste y en la que supiste sembrar tanta Alegría. Que hoy está infinitamente triste.

(Stella Matute, 26 de noviembre del año de la pandemia, el año de la tristeza)




domingo, 15 de noviembre de 2020

Infancia robada

La teta nutritiva de mi madre

La mano firme de mi padre

El abrazo tierno de mi hermana

Contactos primarios y esenciales que hicieron vibrar mi cuerpecito niña

Más allá y más acá, los temblores fueron de miedo. La maldad erótica de mi hermano me robó el dulce temblar de mi infancia

15/11/2020

Quizá sea posible

Y ahora, que es ayer que es mañana. Vértigo. Miedo tal vez. Alegría esquiva. Cuánto hay aquí dentro que no sale. Acá me acuesto. Acá paro sin parar. Manchas y humedades que narran, que cuentan. Río. Río de risa y río de agua. Río de río. Qué pienso cuando no pienso. Cuando no pienso, pienso en esa oscuridad sin freno. En el eco de ese grito que todavía me envuelve y ensordece. 

Vivir más lindo quizá sea posible. 

Seguir. Seguir, seguir hacia dónde desde cuándo.

Quizá sea posible.

(15/11/20)

martes, 13 de octubre de 2020

Frase

 La vida es una intensa acumulación de parasiempres y nuncamases

(Una frase de mis sueños)

lunes, 31 de agosto de 2020

EL BAÚL DE LA ABUELA

 Mi abuela lo miraba y lloraba. 

Eso siempre me estrujó el alma. Desde muy niña, para mí ese baúl tuvo el nombre del misterio. ¿Qué había allí que hacía llorar a mi abuela? Porque cuando ella lo abría –rara vez y siempre en día de lluvia- para mí era una fiesta. Pero ella lloraba. Estando cerrado o abierto ella lloraba. Y callaba. Ese silencio amargo teñía de antigua desazón aquellas tardes de lluvia mientras  mis primas y yo nos sumergíamos en ese mundo arcano y recóndito del baúl de la abuela. Cuando ella murió lo heredó mi madre, única hija mujer de cinco hermanos. Yo andaba por los 13 años y estaba tratando de alejarme de los misterios. O de entenderlos, que es lo mismo. Entonces supe, o entendí, claro, que con ese baúl como único equipaje mi abuela había cruzado el océano desde su España natal en busca de nuevos y mejores horizontes. En busca de saciar el hambre, por ejemplo. Y que en esas pocas cosas que conservaba allí dentro lloraba y añoraba sus anteriores confines, sus ilusiones de niña, su familia primal. 

Cuando tiempo más tarde murió mi padre, ese baúl fue parte de nuestra mudanza desde el pueblo mendocino a las luces de la gran ciudad. Fue mi madre, entonces, la que empezó a llorar cuando lo miraba. Tanto cerrado como abierto. 

Diecisiete veces más me mudé luego y él fue un compañero de memorias y desmemorias. Atesoró recuerdos y olvidos. Y lloré mirándolo. Tanto cerrado como abierto.

Hace poco encaré la mudanza más importante de mi vida. La penúltima. En la próxima, mi viejo baul llenito de historia ya no podrá venir conmigo. Ahí está. Frente a mí. Re inagurándose, re inaugurándome. Obedeciendo dócil su destino de testigo mudo que grita la historia de aquella mujer inmigrante y su descendencia. Linaje de mujeres fuertes, luchadoras, constructoras de sus destinos. Gracias, baúl. No lloro esta noche mientras te escribo y te miro reciclado. Sonrío. Y sonriéndote sonrío a mi historia. A mi estirpe de féminas. Y al auspicioso volantazo del destino que me inventé poquito a poco. Sonrío. Sonrío. 













lunes, 29 de junio de 2020

LO QUE DICEN LOS QUE PIERDEN

Me quedé paradita en la esquina de la esperanza, sin poder moverme. Un mar de dudas se fundía con un cielo de certezas y viceversa. Un hilo indestructible de recuerdos iba hilvanando la memoria, a veces tan esquiva, a veces tan arisca.

La puerta de la celda se abrió muy lentamente y la orden fue contundente: Levantate, perdedora, hoy te vas. No entendí. Miré a mi victimaria y la vi por primera vez en esa cuenta incontable de los días de encierro. ¿A dónde me voy?, pregunté ya sin miedo pero con profunda resignación. Esa resignación que se siente cuando ya no se tiene nada que perder, como buena perdedora que soy. Ella misma me lo enseñó en algunas de las sesiones… Sos perdedora, pero sos buena perdedora.

Nunca entendés nada, vos. A tu casa o a la mierda o a donde quieras ir. Hoy salís en libertad, me dijo mientras me tiraba unas ropas como me tiró antes, sin piedad, los baldazos de agua.
Fui recogiendo las prendas sin bajar la mirada. No sabía si creerle. Apurate, querés. Gritó una vez más. Siempre fuiste una inútil, desde la militancia. Inútil y perdedora. Una buena perdedora. Y largó una carcajada. Recordé el tiempo en que militábamos juntas y también cuando fueron a buscarnos. Recordé cómo fueron quebrándola y cómo la convirtieron en mi verdugo. ¿O no? ¿O siempre fue así y no lo supe antes? Mientras me vestía a las apuradas esa duda entró como entran las ráfagas de una tormenta por las hendijas de un galpón abandonado.

Salí a la calle. El vestido y las zapatillas que me habían dado nada tenían que ver con el frío invierno que cubría la vereda. No me importó. Giré temerosa y vi sus ojos antes de que el ruido del portón cerrándose me estremeciera. Corrí. Corrí. Corrí. Corrí tantas cuadras. No sé cuántas. Kilómetros, tal vez. No tenía idea a dónde me dirigía ni cómo llegaría a ningún sitio.

En un momento, sin razón alguna, me detuve. Me quedé paradita en la esquina de la esperanza, sin poder moverme. Un mar de dudas se fundía con un cielo de certezas y viceversa. Un hilo indestructible de recuerdos iba hilvanando la memoria, a veces tan esquiva, a veces tan arisca. Perdedora… Sí. Perdí, me encerraron, me torturaron, me destruyeron, me quebraron a una amiga, me robaron un compañero. Perdí, sí. Pero no pudieron derrotarme.

Stella Matute
Junio, 2020 - Tiempo de pandemia

sábado, 27 de junio de 2020

LA LOCURA NO SE CURA

Mi madre intentó convencerme de que no fuera. Nunca entendió nada, mi madre. Yo ya había armado mi bandera. A mí nadie me dice lo que puedo y lo que no puedo hacer. Nadie, se entiende. Nadie. Ni mi madre ni mucho menos un gobierno que pretende que me quede en mi casa quitándome mis derechos constitucionales. Nos mienten, nos mienten. El virus es una mentira y el barbijo es insoportable. Nos quieren dominados, sumisos y callados.

Salgo a la calle y me encuentro con mucha gente que piensa como yo. Algunos vamos en auto, otros en bici y los menos a pie. Portamos nuestros carteles, nuestras certezas. Llevamos nuestra pasión a cuestas.

El calor de una mano aprieta la mía. Creo ver lágrimas detrás de las antiparras de la enfermera que me asiste. En esas antiparras se refleja la luz y mi cara. Me cuesta reconocerme. El tubo, la cofia, la palidez me desfiguran bastante. No puedo hablar, el respirador me lo impide. Si pudiera le pediría perdón. Pienso en mi madre. Seguramente reza y llora por mí en la soledad de casa. Tenía razón. No tendría que haber ido.

Me levanto, corro las cortinas, abro las ventanas, respiro hondo y profundo. Ayer enterré a mi madre. Yo safé. Miro el teléfono y dudo en si llamar o no a algunas amigas con las que nos encontramos aquel día en el obelisco.

(Relatos de pandemia - Junio, 2020)

miércoles, 24 de junio de 2020

CERTEZA

Me ilusiono me esperanzo me fantaseo
Me idealizo me imagino me alucino
Me invento me derrapo me confío
Me convenzo me susurro me compongo
Me arrobo me distraigo me sereno
Me busco
Me rescato
Me enfrento
Me repongo
Retrocedo
Tomo impulso
Allá voy
Nunca sola

Stella Matute
Junio /20

viernes, 12 de junio de 2020

12 años sin mamá

“Se murió como vivió, sin molestar”, me dijo un amigo aquella noche 12 vidas atrás, años contando. Y yo rompí en un llanto inaugural, distinto, único, naciendo a una vida sin ella.
¿Cuántas veces nacemos a la vida en esta vida? Sin duda, una de esas veces es cuando quedamos huérfanos, tengamos la edad que tengamos en ese momento de desgarro.
Hoy, 12 de junio, hacen 12 años años que se murió mi vieja...
Mujer entera, noble, severa, inteligente, intuitiva, artesana, autodidacta...
Madre difícil para mí. Hija difícil yo para ella.
No se la hice fácil, pobre.
Hoy quisiera aullarle, quietita y susurrando en su regazo, cuánto la entiendo. Cuánto extraño su rara manera esquiva de dar amor. Cuánto añoro sus manos rústicas sirviendo el café con leche, su bello arte de tejer escarpines, su severo gesto húmedo de lágrimas mudas, su rigurosa mueca para disimular dolores, su silencio milenario cargando pasado.
Yo la hostigaba porque la creía eterna.
Hoy me encerraría con ella para atravesar mil cuarentenas y enfrentar la pandemia de un linaje de luchas que parece no acabar nunca. Para llenar de historia esos silencios y entender que la genética no pasa solo por las células. Su alma y la mía, entrelazadas por siempre y para siempre, cargan con siglos de misterios y secretos que algún día, definitivamente, habrá que enfrentar y tratar de acunarlos en palabras dichas, para que descansen un poco en el colchóncito de nuestra historia familiar.
Extraño a mi madre, si.
Extraño aún todo lo que me molestaba de ella. Porque hoy entiendo que todo eso me constituye, me empodera, me pone en pie de guerra pero también me mece tierna cuando lo hostil me lastima. Yo no me voy a morir sin molestar, porque ella me enseñó con su austera y silenciosa vida que es mejor pelearla. Aunque duela, también.

Le dedico y me dedico hoy las palabras que Delia, hermana mía, le escribió en otro siglo, en otro milenio... qué mejor...

A mí me falta y sobra abecedario,
y diccionarios gruesos como troncos
me saben miserables e incompletos
cuando componer quiero
nada más un poema
a esta inmensa mujer,
luminosa y sencilla
que me tocó por madre.

Y me pregunto entonces
de qué vale este oficio,
mitad deber y hobby,
si no me sale un verso
como un himno,
que me la adorne toda,
que me la pinte
humilde, creadora y costurera
de las mejores virtudes que poseo.

De qué vale,
me digo,
si no encajo
las sílabas exactas
que muestren de esta madre
los rincones
profundos y dispares
como julio y enero.
Su indestructible aliento
de mujer luchadora,
la fibra transparente
de su melancolía.
De dónde saco yo
el palabrerío
para poder ganarle
en algo a la magia poética
de su ternura necesaria.

Cómo le copio en verso
su templanza,
y le refriego al mundo
tanto orgullo
por este privilegio, ¿cómo?

Yo quiero regalarle
un buen poema,
uno que le haga rima
con esa esencia grave,
con la pobreza digna
capaz de sacar todo
de la nada.

Pero no te seguí bien
en las lecciones, madre,
y no me sale.

Pero a la larga, Vieja,
seguro ha de gustarte
saber que lo intenté
con especial cuidado
y si no lo he logrado
no sólo es culpa mía,
es que a vos, mamá mía,
debieron dedicarte
poemas, nada más,
los que saben.
(MARÍA DELIA MATUTE)

domingo, 7 de junio de 2020

Haiku matinal

Pasan los días
detenerlos yo quiero
y pasan nomás

07/06/20

martes, 2 de junio de 2020

ZAPATOS AISLADOS

Ahora es necesario conversar con los zapatos. Esos que sacamos con nuestros pies a cuestas en estas mañanas de otoño malherido. Y también a esos que supieron esperar a reyes magos y hoy se quedan sin adivinar de bocas abarbijadas. A todos es posible escucharles su voz que nos cuenta de encuentros con sueños perdidos, sin que nadie les azucare el café.
Hay que confiar en los secretos de los zapatos abandonados en el palier goteando veredas sin lavandina. Y también de los que quedaron escondidos en el placar, asustados.
Y en estas noches quebradas, cuando la quebradura es amplia lado a lado del dolor, convertidos en compañeros fieles, escucharles soñar con nuevas utopías.


SALUDO AL SOL


“Presten especial atención al momento antes de inspirar y al momento previo a exhalar”, indicó la profe de yoga desde el zoom que nos agiganta la realidad de estos días. Ese momento es la nada y el todo, pensé yo mientras iniciaba un saludo al sol sobre mi mat en mi minúsculo comedor.
Hace un par de horas -un par de instante un par de siglos- el insomnio me llevó a la ventana bajo la que se despliega el mar de cemento. Envuelta en una frazada y muerta de frío, buscando recuerdos en la oscuridad del horizonte ciudadano, me sucedió el momento previo a la luz del día. El instante antes a la salida del sol. El momento antes de la salida del sol no es ni oscuridad ni luz. Es la nada y el todo. Y mientras, cada día desde que nacemos hasta que morimos, a esa hora exactamente respiramos y dormimos...
Volví a la cama y perdida en esas luces que iban convirtiendo la noche en el día, me fui quedando dormida.
Hay veces -pocas- que el insomnio de aislamiento puede convertirse en poesía.

sábado, 30 de mayo de 2020

DESTIERRO PREVENTIVO

Hemos envejecido tantos siglos. Los días se nos fueron perdiendo entre una multitud añorada y se nos van acabando las palabras. Vamos arribando a la orilla exacta en la que comenzamos a olvidar la forma de las cosas, la tibieza del mimo, el frío de los corazones duros. Se nos escapa el horizonte como se escurren esos recuerdos preciosos que es mejor destruir para no extrañar. Se nos afirma la certeza de que quien llegue al final se nos escapará también porque las heridas de la lucha suelen no perdonar. Y nunca sabremos si la muerte final se desató voluntaria, ahogada en esa soledad insoportable de los días demenciales.



Nota: la foto es del espectáculo La Roca, de Cristina Escofet . - Año 2006 - Auditorio Bauen

jueves, 21 de mayo de 2020

HAIKUS EN PANDEMIA

No hay estrellas.
Ni besos ni caricias
sólo pandemia.

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A veces no veo
presente ni futuro.
Otras tampoco.

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En cuarentena
se ríe de nosotros
la bestia sutil.

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jueves, 14 de mayo de 2020

ATAQUE PANDÉMICO DE HAIKU



La soledad hoy:
vivir serenamente
soportándose

-_-_-_-_-_-_-

La noche fuera
desesperada busca
luna insomne

-_-_-_-_-_-_-

Dormiré sola
más soñaré con vos
y tu ternura

_-_-_-_-_-_-_-

Pandemia es hoy
una posibilidad
de encontrarse

-_-_-_-_-_-_-_-_-

Quién puede negar
que una metáfora
son miles universos

-_-_-_-_-_-_-

Silencio dentro.
Los pájaros descansan
y nada canta

_-_-_-_—__—_

Estrella fugaz
La noche en silencio
con aislamiento

-_-_-_-_-_-_-_

En esta noche
me atacó pandemia
de soledades

MANOS EN CUARENTENA

Me arden las manos. 
No están enrojecidas ni tienen sarpullido alguno 
pero me arden hasta la locura.
No es el exceso de alcohol en gel. 
Ni de lavandina, ni de jabón.
No. Hace muchos días que no salgo.
Es el exceso de falta de caricias.

jueves, 7 de mayo de 2020

Diferencias en pandemia

Y una va aprendiendo la sutil diferencia entre apretar una mano y pestañear un suspiro. Que un codo puede ser el universo necesario. Que todo es hoy porque mañana es demasiado inseguro para planes y el futuro tiene forma de buñuelo sin freír. Que el tiempo puede caerse en la mitad y que el demasiado ha muerto en el intento. Que la luna puede reclamarle al sol un ramo de grandeza y que el arcoiris ha perdido su color más luminoso. Que esa maceta puede ser un jardín inabarcable y una playa sólo un granito de arena que duele en la comisura del sofá. Nos vamos dando cuenta de que somos mucho más fuerte de lo que pensábamos y que la sola idea de encontrar una flor en el palier nos libera el alma. Que valemos en la exacta medida de lo que somos y que aprender no tiene fin.

Stella Matute
Abril, 2020

Una Luna Llena de pandemia

Ojos de luna buscando más allá de la utopía. Soñando futuros similares a los que antes soñaban. Creciendo en lágrimas secas de miedo.
Ojos de luna escarbando en secretos olvidados, hurgando rincones sepultados.
Ojos de luna sobreviviendo miedos y amenazas, empañados de barbijo, respirando otros olores.
Ojos de luna mintiendo sonrisas de esperanza, agujereando mundos nuevos, barrenando olas de ilusiones.
Ojos de luna anhelando una felicidad que ya no será igual, inaugurando guiños a la almohada, calando pieles que no existen.
Ojos de luna atiborrados de ayer, huérfanos de abrazos, húmedos de antes.
Ojos de luna equilibristas en confines vanos, acróbatas de circo falso.
Ojos de luna, magos expertos en horizonte diáfano.
Ojos de luna... ¿Cuántas luna llena tiene una pandemia?
¿Cuántas pandemias caben en una luna llena?

lunes, 4 de mayo de 2020

Aislamiento -obligatorio-

Nos mandaron a casa y la vida se volvió un me gusta. O un corazoncito. Nos confinaron al ostracismo pero, terca, nuestra intimidad se abrió a muros y perfiles, a historias y estados. Mostramos nuestros dioses y demonios, destejiendo pudores,  y espiamos los ajenos por mirillas en red. Por allá, lo solidario chorrea mezquindades y un poco más acá un silencio generoso nos ofrece su oreja. Hay miedos que bordean egoísmos, egoísmos que tienen doble borde y palabras que bordan una sutil redecilla que sostiene y acuna. Un carnaval en cautiverio baila una murga de incertidumbres y se escuchan felicidades que a ritmo de tik tok enmascaran las angustias. Un zoom agiganta las carencias y lo demencial –hora a hora y gota a gota- se ha vuelto cotidiano.
Mientras, una hermanamiga sufre en silencio la batalla más dura, injusta y despareja de su vida y mis lágrimas desbordan la bañera, inunda mi balcón y caen en cataratas hacia la ciudad desnuda.

04/05/20

miércoles, 29 de abril de 2020

Hermanamiga

Ella hoy lo hace público y entonces yo me siento habilitada a contar lo que más me perturba de esta cuarentena, de este aislamiento demencial que me deja confinada sin poder abrazarla.
Lo más injusto de estos días para mí es no poder acompañarla, estar con ella, envolverla con mis brazos, acunarla en ese abrazo fraternal y sororo que nos une desde hace ya muchos años.
Graciela es mi hermanamiga, la persona más solidaria que yo haya conocido en mucho tiempo, desinteresada, sonriente aún en las adversidades, solidaria, de brazos, casa y corazón siempre abiertos, de abrazos apretados y generosos, de risa franca. Es mi compañera de aventuras, de chismes, de carcajadas desmesuradas y de ríos de lágrimas. Es la peronista más peronista que he conocido. Es el sostén de Gertrudis. La Reina no hubiera podido contar su historia sin su cobijo, sin sus manos haciendo trenzas, arreglando utilería, inventando hilvanes, luchando contra molinos de vientos.
En estos días, tan intensos, sufro la injusticia de su enfermedad como algo propio, puteo al techo no poder ir a estar con ella... Este indescifrable misterio que es la vida me vuelve a desafiar con un por qué por qué por qué retórico e inútil.
A toda la incertidumbre y soledad que nos propone este virus invasor y violento le agrego mi desazón por la enfermedad de mi hermanamiga. O viceversa.
Sé que a ella le sobran fuerzas para darle guerra -como ella misma dice- pero igual me resulta injusto... muy injusto. Su enfermedad es de esas tropelías inexplicables que una sólo quiere que no estén sucediendo.
Te quiero hasta el infinito y más allá, Graciela Ramirez. Y te extraño en nuestras charlas, risas, mates, vinos, comidas, proyectos, enojos, conspiraciones, intimidades, artilugios, confesiones...
Y desde mis particulares creencias pido, ruego, exijo, cada día cada hora cada minuto, que pronto podamos abrazarnos como sabemos hacerlo.


Gustarme


Me he pasado la vida intentado gustarle a otras, otros, otres. Primero, gustarle a mis padres, a mi abuela, mi hermana y hermano, a mi tías y tíos, primas y primos, maestras, señoritas, compañeras y compañeros de colegio, a la directora. Luego a los chicos, a las amigas, a jefas y jefes, a los chicos, profesoras y profesores, más directoras y algunos directores, a los chicos. Más tarde a vecinas y vecinos. Cuñadas, cuñados, sobrinas, sobrino, a los hombres, al público, integrantes de elencos, autoras, autores, parejas, hijo, marido, amigos de marido, familiares de marido, amigues de amigues… la vida entera tratando agradar, ensayando sonrisas para otres, brindando entusiasmos, ofreciendo y rindiendo pleitearías… Intentando gustar a todas y todos, bah.

Hasta hace treinta días -los primeros quince fueron desconcierto puro-. En este mes he jugado a gustarme a mí misma. Me he cocinado con amor, me he dedicado entusiasmos, me he comprado algún rico vino, me he consolado frustraciones, me he ofrecido un brindis –o varios-, me he secado lágrimas, me he coloreado el alma, me he mirado desde la platea, me he aplaudido payasadas, me he inventado un protagónico sólo para mi. Y, la verdad, me estoy gustando.

(Igual para el zoom me puse rimmel)

29/04/20 
(a 45 días de aislamiento)

sábado, 18 de abril de 2020

Sueño de pandemia

¡¡¡Coooooo-ro-na-virus laputaqueteparióoooooo!!!! ¡¡¡¡Coronaviiiiiiiirus laputaquetepario!!!! ¡¡¡¡Corona-virus-laputaqueteparió!!! ¡¡¡Coronavirusla-pu-ta-que-te-parió!!!! CAAAANTEEEENNNNNN ¡¡¡Coooooo-ro-na-virus laputaqueteparióoooooo!!!! ¡¡¡¡Coronaviiiiiiiirus laputaquetepario!!!! ¡¡¡¡Corona-virus-laputaqueteparió!!! ¡¡¡Coronavirusla-pu-ta-que-te-parió!!!! ¡¡¡Coooooo-ro-na-virus laputaqueteparióoooooo!!!! ¡¡¡¡Coronaviiiiiiiirus laputaquetepario!!!! ¡¡¡¡Corona-virus-laputaqueteparió!!! ¡¡¡Coronavirusla-pu-ta-que-te-parió!!!!
La columna entra por Diagonal Norte y yo estoy a la altura de lo que hasta hace poco fue el Teatro del Pueblo. Lloro yo. A mares, lloro. Y canto. Canto desgañitada en ese canto. Salto como salto siempre cuando estoy en las marchas... con los dedos en V bien en alto. De golpe, de la muchedumbre, abriéndose paso a los empujones se desprende mi viejo. ¡¡¡Eeeeestelitaaaaaaaaquélindaqueestásssss!!!! me grita de lejos como cuando de niña yo lo esperaba en la puerta de casa que él regresara del trabajo. "Ya estoy grande viejo, qué hacés acá" le pregunto como si fuera algo cotidiano y lógico ese encuentro. "Ayudo", me contesta. "Ayudo a sanar. Cantá hija, cantá, que el virus se asusta con el canto".
¡¡¡Coooooo-ro-na-virus laputaqueteparióoooooo!!!! balbuceo mientras lo pierdo en la multitud.
Y me despierto.

Sábado 18-04-20

viernes, 17 de abril de 2020

La forma de las cosas

Me cuesta encontrar la forma de las cosas.
Lo que alguna vez fue un florero es hoy un puñado de promesas. Aquello que era la puerta de mi casa, es ahora un límite entre la vida y la muerte. Los diecisiete escalones que me separan del ascensor se han convertido en un abismo estrecho hacia la nada.
Me cuesta encontrar la forma de las cosas.
Mis manos se han vuelto cien-pies que amenaza y la simple tarea de comprar comida, un hueco corroído. Bañarse es sólo un salvavida. el trabajo una promesa, nuestra casa la  única vacuna, los amigos una nostalgia, el abrazo un horizonte. y el horizonte un imposible.
Me cuesta encontrar la forma de las cosas.
Las horas no tienen tiempo y el tiempo es un insípido transcurrir de horas. La rutina es un disfraz patético de tenacidad que hiere.  Vivir se ha vuelto un inútil devenir de encierro y lo cotidiano un dolor paseando por nuestros huesos rotos. El porvenir es una ciclópea faena de sanear.
Las palabras se han vuelto la única realidad sin miedo...
Me cuesta encontrar la forma de las cosas.
Viernes 17/04/20 - a 30 días de cuarentena




miércoles, 15 de abril de 2020

Hallazgo en aislamiento


Y cuando una menos lo espera, desde el fondo del tesoro aparece un texto que no recordaba que existía... que no sabía que tenía en mi poder. Y aparece ella con la fuerza de su ausencia. Ella, siempre presente se hace más presente. Qué alegría me dio encontrar esa hoja amarillenta con su firma.

Querido amigo, amante, camarada
               Usted tiene idea de cómo se lo extraña?
               Sabe del aire cuando se pone denso
                              Apenas respirable?
               Sabe del sol cuando ensucia las cosas
                              En vez de iluminarlas?
               Y de la lluvia amarga?
               Y de las flores secas recién despimpolladas?
               De las plantas sin verdes?
               De la luna enlutada?
               De un vacío al costado
                              Y un corazón distante?
               De andarse cuerpo a tierra
                              Aunque nadie lo mande?
               De las manos ardiendo  
tan lejos de la brasa?
               De la sangre en contramano?
               De ojos desparejados?
               Del desaliento agitado?
               Todo se me desarma
               Téngame más respeto!
               No le exagero nada!
Deje de sonreírse
                              Y devuélvame el alma!

MARÍA DELIA MATUTE - 1987

martes, 14 de abril de 2020

SOÑAR EN TIEMPO DE PANDEMIA

“El virus mata. Siempre mata o -al menos- enferma. Si no te mata los pulmones, te mata lo cotidiano. Si no te enferma el cuerpo, te enferma el alma. Esta es una guerra en la que el virus está ganando todas las batallas. Hacen falta ejércitos de voluntades fuertes para empezar a derrotarlo.” Mi madre, sentada sobre la baranda de mi balcón con una serenidad de equilibrista milenaria, me decía esto en un sueño del que no quería despertarme. “Llévame con vos, mami”, dije con ganas de volar, no de morir.

Era mi madre pero tenía el aspecto de mi hermana.

“No es hora, todavía tenes que formar parte de uno de esos ejércitos. Y la voluntad se construye, no es voluntaria”.

Yo sabia que era un sueño. Y a la vez no. Pero puse voluntad y abrí los ojos.

Martes 15 de abril del año del aislamiento... 

lunes, 13 de abril de 2020

Zoom Todopoderoso

Zoom nuestro

que estás en la nube

internetizado sea tu nombre

venga a nosotres

tu plataforma

hágase la reunión

así en mi casa

como en mi clase

perdónanos nuestro abuso

así como nosotros

perdonamos el aislamiento

no te cuelgues

a pesar de la banda

no nos dejes caer en la incomunicación

mas líbranos del aburrimiento

Sueño de pandemia

Me despertó el sonido del portero eléctrico. Tratando de sentarme miro la hora: las 6.33. Me asusto, me apuro. Desde la calle me llega la voz de Alberto diciéndome que venía a terminar la organización de la Marcha. ¿Qué?, pregunto intentando recordar algo que había olvidado. "Me abren, subo" me dice la voz aflautada y serena que tanto amo. Trastabillo, intento ponerme un pantalón que haga juego con el remerón que usé para dormir, voy a lavarme los dientes mientras me emprolijo el pelo con los dedos. Al mismo tiempo, trato de recordar lo de la Marcha. Sé que se va a enojar porque no me acuerdo nunca de nada.

Dos timbrazos insistentes terminan de despertarme.

"No, hoy no necesito soda", le contesto al sodero y me reprimo el laconchadetumadre.

Vuelvo a la cama. Mi gato ya se acomodó en el calorcito de mi sueño. El reloj dice claramente 8.25. Desde afuera llega un ensordecedor silencio de domingo. Pero es lunes que inaugura una nueva semana de aislamiento.

viernes, 3 de abril de 2020

Diario de pandemia

Quisiera llevar un diario de estos días pero se no sé cuándo es la mañana y cuando la noche y viceversa. Los recuerdos acunan dolor y las noticias respiran muertes. El sol le mezquina luz a la luna y las estrellas fugaces caen en pozos ciegos. Abro el cuaderno y sus hojas son cenizas. Quisiera escribir un diario. Pero no puedo.

03-04-20

miércoles, 1 de abril de 2020

Esperanza de pandemia

Buenos Aires
gris
silencio azul
fantasma rojo.
Vendrá a la vida
canto negro y tango
por 9 de julio.
Se teñirá de oeste
preñada rosa de pétalos violentos
Y nacerá al pan cotidiano
una mañana.

Esperanza de
Pandemia solitaria

Aislamiento

Hoy
que la luz del día
le anda pidiendo
a la tiniebla
que no le haga
sombra,
mi anhelo es
que las galaxias
oscuras
guarden en sus límites
la luz total.

(01-04-20 )

viernes, 27 de marzo de 2020

Pandemia

Hubo una vez
en que el tiempo
se escondió detrás
del tiempo
y se emborrachó
de lágrimas
y nos fuimos quedando
secos
solos
escondidos tras
cristales doloridos
y ventanas silenciosas
jugando a la mancha
venenosa
sin siquiera movernos.
Acunados
en la tristeza.

Yo.
En el final de este día demencial.
27-03-2020

jueves, 5 de marzo de 2020

El amor, ¿vence al odio?

Un solo malentendido puede tirar por tierra una amistad de años.
Una sola equivocación puede llevarse puesta a una pareja.
Un solo tiro pudo asesinar a Gandhi. Otro a Lennon.
Una sola bomba destruye a un pueblo todo.
Un solo error pueden convertir a una mujer o a un hombre en un ser equivocado para siempre.
Con doce apóstoles que lo amaban, la traición de uno solo crucificó a Cristo.
Una sola gota de ácido envenena un bidón de agua pura.
La maquinaria del odio más espeluznante que hemos tenido se llevó a 30000 compañeros. En menos de diez años los desaparecieron, los torturaron, les robaron a sus hijos, los asesinaron… Siglos nos llevará sanar esa tragedia.
Más de cinco generaciones cuestan sanar una tragedia familiar desenlazada por un crimen.
Pienso mucho en eso de que “el amor vence al odio”. Algunos lo dicen tan convencidos que me da esperanza, me conmueve. Sería lindo. Pero no creo que sea así. Lo que el amor tarda -con mucho tiempo y más esfuerzo- en construir, el odio puede destruirlo en unos pocos minutos. Eso pienso.
No… no es cierto que el amor vence al odio. El odio es mucho más poderoso. Amar es un trabajo, es una decisión, es una construcción. Odiar es fácil. Destruir es mucho más fácil que construir. Eso siento. Eso creo.
Para que el amor venza al odio hay que trabajar mucho, esperar mucho, esforzarse mucho. Y siempre está el odio acechando con su poderío. Siempre.

miércoles, 8 de enero de 2020

FLOTARIO. Una experiencia primal

Flotar. Flotar. Flotar.
Perder capas, cáscaras, máscaras.
Flotar. Como al principio. Como al inicio. Como antes de los tiempos. Flotar. Dejar a un lado las palabras, las opiniones, las criticas. Flotar sin otra soledad.que tu desnudez. Sin otra desnudez que tu soledad. Flotar. Animarse a esa sensación, a esa oscuridad. Y ser una. Ser siempre. Ni peor ni mejor. Ser única. Ahí, flotando. Sin esfuerzo. Sin peso. Sostenida por el líquido que es agua que es sal que es flotario. Flotar...